Todos somos
archivistas de un modo u otro. Las empresas y las administraciones
públicas tienen la necesidad de mantener registros que se remontan
varios años; las organizaciones dedicadas al ámbito audiovisual poseen
fotografías y vídeos que desean almacenar y reutilizar; los museos
tienen el cometido de archivar toda clase de contenidos para la
posteridad; y hoy en día casi todo el mundo cuenta con colecciones
personales de contenidos multimedia en su disco duro.
En muchos sentidos, se cree que los contenidos digitales son más
seguros y duraderos que los materiales analógicos ya que, por ejemplo,
una foto digital alojada en un disco duro no se deteriora con el tiempo
como le ocurre a una imagen impresa guardada dentro de una caja en el
desván. Pero eso no significa que no pueda corromperse, alterarse o
perderse por completo.
«Conocemos bien los procesos químicos involucrados en la degradación
de materiales analógicos, pero los archivos digitales presentan retos
de índole muy distinta», señaló Daniel Teruggi, compositor, investigador
y jefe científico de la dirección Ina EXPERT del Institut National
Audiovisuel de Francia, que se dedica a la formación, educación e
investigación de temas audiovisuales y multimedia.
Dado que los contenidos digitales son, esencialmente, una mera
secuencia de números, el cambio más mínimo en un dígito puede tener
efectos muy perjudiciales en el conjunto, sean de calidad, de
accesibilidad o de otra índole. Ello puede deberse a varios motivos: la
degradación de datos (bit rot) en un disco duro, por la que éste empieza
a perder sus propiedades magnéticas; cambios del hardware o del
software; una modificación provocada de forma inadvertida por alguien
que accedió al archivo.
«Otro factor muy destacado es la compresión. Digamos que se tiene un
archivo de 20 megabytes que se comprime hasta quedar en 2 megabytes. Si
algo falla durante la compresión o al acceder al archivo, al moverlo o
al almacenarlo, las consecuencias pueden ser profundas -indicó el Dr.
Teruggi-. Los procesos actuales de archivado digital distan de ser
perfectos».
El Dr. Teruggi y un equipo formado por representantes de catorce
organizaciones de seis países han abordado estas y otras cuestiones en
el marco del proyecto PRESTOPRIME
. A cargo de esta iniciativa de cuatro años de duración dotada por la
Comisión Europea de una financiación de 8 millones de euros se encuentra
un consorcio que abarca todo el espectro de usuarios de archivos e
investigadores sobre contenidos multimedia, desde museos y emisoras de
contenidos hasta empresas tecnológicas, institutos de I+D y
universidades.
Juntos han creado una serie de herramientas innovadoras y de código
libre que permiten gestionar y monitorizar el contenido de archivos de
cualquier tamaño, analizar riesgos para su conservación a largo plazo,
verificar y garantizar su integridad, todo ello ayudando a los
archivistas a comprender los costes que ello entraña en términos de
tiempo y dinero.
«En la era digital, el archivado ya no puede ser un proceso pasivo,
sino que requiere un enfoque activo. Los contenidos archivados deben
analizarse, supervisarse y comprobarse con regularidad para asegurar su
integridad y conservación a largo plazo», explicó el Dr. Teruggi, quien
coordinó PRESTOPRIME.
Pendientes de los contenidos digitales
El método propuesto por el equipo de PRESTOPRIME es similar a los
modernos sistemas de seguimiento y control empleados para vigilar los
alimentos a lo largo del proceso de almacenamiento y transporte, la
llamada trazabilidad de la granja a la mesa. Su propósito es ayudar a
los archivistas a conocer al instante qué hay guardado en cada lugar y
en qué estado se encuentra.
«Aunque sin duda existen similitudes con algunas tecnologías de
vigilancia alimentaria, nos enfrentamos a una dificultad añadida. Si los
alimentos se corrompen, desprenden olor. Pero en el caso de los
contenidos digitales no existe ningún modo directo de saber si se han
estropeado, pudiendo pasar largo tiempo, incluso tanto que ya no haya
remedio posible», subrayó el coordinador de PRESTOPRIME.
Las herramientas desarrolladas por el proyecto PRESTOPRIME permiten
comprobar automáticamente contenidos archivados y además ayudan a
calcular los riesgos que implica trasladar o modificarlos de algún modo,
por ejemplo como parte de una actualización del sistema informático o
de almacenamiento.
«En la era digital nada es estático. Los sistemas y los dispositivos
de almacenamiento cambian cada pocos años; cada modificación plantea un
riesgo para la integridad de los contenidos archivados», apuntó
Teruggi.
El equipo responsable no se circunscribió a los contenidos, sino que
también abarcó los metadatos asociados, es decir, información sobre
dónde y cuándo se tomó una foto, quién la tomó y qué se ve en ella, por
ejemplo. Se desarrollaron herramientas para simplificar la inclusión de
estos metadatos en aquellos contenidos donde faltan tales detalles y
para integrar distintos conjuntos de metadatos relevantes para los
mismos contenidos, proceso denominado «mapeo de metadatos».
«Los metadatos son muy importantes para los contenidos archivados.
Es, por así decir, como guardar una caja de fotografías en el desván.
Uno sabe quién sale en las fotos, dónde y cuándo se hicieron, pero si
muchos años después las encuentran sus nietos, es probable que
desconozcan todo eso. Los metadatos que acompañan a los contenidos
digitales sirven para conservar esa información y también simplificar en
gran medida la gestión y la organización de los propios contenidos»,
señaló Teruggi.
La mayoría de las herramientas de PRESTOPRIME se encuentran
disponibles como aplicaciones de código libre que pueden descargarse y
ser utilizadas por quien lo desee. También constituyen una parte
fundamental de las actividades de PrestoCentre, una organización
constituida por los socios del proyecto y que ahora abarca a varias
otras organizaciones dedicadas a hacer progresar la investigación y
desarrollar soluciones para la gestión de archivos digitales.
PrestoCentre organiza congresos y talleres destinados a ayudar a
diversas organizaciones, desde museos locales pequeños hasta grandes
grupos mediáticos internacionales, a mejorar sus procesos de archivado
digital. Además ha realizado aportaciones considerables a actividades
internacionales de normalización.
«Los miembros de PrestoCentre han valorado las herramientas de un
modo extremadamente positivo. Además, uno de los socios del proyecto, Ex
Libris, que trabaja asiduamente con archivos de bibliotecas, ha
empezado a utilizar estas herramientas de un modo comercial, puesto que
pretende ofrecer soluciones en el dominio audiovisual», informó el
coordinador del proyecto.
Posteriormente, los socios de este proyecto han puesto en marcha
otro proyecto llamado «European Technology for Digital Audiovisual Media
Preservation» (PRESTO4U),
también apoyado por la Comisión Europea, en el cual se dedican a
analizar las necesidades diversas de distintos colectivos de usuarios.
«Más adelante también quisiéramos desarrollar herramientas para
usuarios particulares, para que la gente pueda en su casa organizar y
conservar mejor sus fotos, vídeos y demás contenidos», adelantó Teruggi.
La investigación de PRESTOPRIME fue subvencionada por el Séptimo Programa Marco (7PM) de investigación de la Unión Europea.
Enlace al proyecto en CORDIS:
- el 7PM en CORDIS
- ficha informativa del proyecto PRESTOPRIME en CORDIS
- ficha informativa del proyecto PRESTO4U en CORDIS
Enlace a la página web del proyecto:
- página web del proyecto PRESTOPRIME
- página web del proyecto PRESTO4U
- «PrestoCentre»: the European competence-centre for safeguarding audio-visual heritage
Otros enlaces:
- web de la Comisión Europea dedicada a la Agenda Digital