Mejoras en la tecnología de refrigeración

Especialistas en tecnologías de refrigeración se asociaron para realizar una labor de investigación y desarrollo tecnológico conducente a mejorar la eficiencia del consumo energético destinado al almacenamiento de alimentos y el propio almacenaje.

La energía necesaria para almacenar alimentos supone el 8 % del consumo eléctrico toral y genera el 2,5 % de las emisiones mundiales de dióxido de carbono. La eficacia de la refrigeración de los alimentos posee consecuencias para la seguridad, la economía y el medio ambiente que afectan no solo a los consumidores sino a toda la industria del frío. El proyecto financiado con fondos de la Unión Europea FRISBEE (Food refrigeration innovations for safety, consumer benefit, environmental impact and energy optimization along cold chain in Europe) se propuso mejorar la refrigeración y la cadena de frío mediante una colaboración entre veintiséis socios de doce Estados miembros.

Sus investigadores contemplaron por ejemplo el envasado, la gestión, el almacenamiento, el transporte y las neveras en superficies de venta y hogares, esto es, la cadena de frío al completo. En concreto, el proyecto aspiraba a mejorar la calidad de los alimentos, generar más confianza entre los consumidores y aumentar la competitividad de la industria europea, todo ello logrando un consumo energético menor y mayor sostenibilidad medioambiental. El equipo al cargo del proyecto creó modelos de refrigeración en los que se tuvo en cuenta el consumo de energía, la degradación de la calidad de los alimentos, innovaciones de alta tecnología y tecnologías revolucionarias.

Para lograr su propósito, los miembros de FRISBEE generaron varias bases de datos de tecnologías y de temperaturas de productos alimentarios. Crearon herramientas de evaluación de la calidad, la energía y el medio ambiente con la intención de proponer a la industria europea de la alimentación tecnologías de refrigeración nuevas y emergentes. Además, evaluaron la cadena de frío utilizada hoy en día y las expectativas de los consumidores de Europa, y ejecutaron una encuesta sobre las necesidades de las empresas dedicadas al frío.

Se desarrollaron tecnologías nuevas, como por ejemplo una nevera doméstica magnética, y se trabaja en la caracterización de distintos materiales de cambio de fase para su uso en el envasado de alimentos. Se estudió la nanoencapsulación de los materiales de cambio de fase y se confirmaron los beneficios que aportan a la reducción del consumo energético.

También se realizó un estudio sobre el empleo de nanopartículas en labores de refrigeración a bajas temperaturas en el que se contemplaron sus posibles beneficios y las implicaciones técnicas y de seguridad involucradas. Otros resultados destacables son una herramienta de simulación con la que predecir la formación de cristales de hielo en procesos de supercongelación, un modelo de cristales de hielo, ensayos en cadenas de frío reales y programas informáticos nuevos con los que estudiar los procesos de refrigeración.

Los resultados de la investigación se difundieron a través del sitio web del proyecto, artículos en revistas y boletines informativos. Los resultados del proyecto, combinados con un conocimiento más preciso de las necesidades de la industria del frío en Europa y el desarrollo de nuevas tecnologías, mejorarán la industria, la economía y el medio ambiente de Europa y beneficiarán a los consumidores de todo el mundo.

publicado: 2015-12-02
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