En términos teóricos, la biomasa es una excelente fuente de energía que 
no solo es renovable sino también neutra en carbono. Por este motivo, 
las tecnologías basadas en la biomasa leñosa tienen ya aplicación 
comercial y atraen el interés de los responsables políticos. No 
obstante, las asunciones teóricas sobre la producción de esta fuente de 
energía limpia siguen siendo eso, teóricas. Según explica Reinhart 
Ceulemans, profesor de la Universidad de Amberes (Bélgica), «la biomasa 
leñosa plantea tres interrogantes aún sin respuesta: ¿es eficiente?, ¿es
 rentable? y, sobre todo, ¿reduce realmente las emisiones de gases de 
efecto invernadero?». Para despejar estas incógnitas, Ceulemans y su 
equipo han puesto en marcha el proyecto POPFULL, financiado mediante una
 subvención avanzada (Advanced Grant) del Consejo Europeo de 
Investigación (CEI) de cinco años de duración. Su objetivo es realizar 
un análisis del ciclo de vida (ACV) completo de una plantación de 
biomasa y calcular el consumo (input) y la producción (output) de 
energía, así como los costes y beneficios medioambientales resultantes.
En los campos (y bosques) de Flandes
Cerca de Gante, el equipo ha puesto en marcha una plantación mixta 
de variedades de crecimiento rápido de chopo y sauce. En esta 
explotación de más de dieciocho hectáreas, estudian una estrategia de 
monte bajo de ciclo corto (MBCC) consistente en realizar cortas a hecho 
cada dos años y recolectar los troncos y ramas de los árboles para hacer
 astillas y utilizarlas como fuente de energía.
Este experimento comprende dos ciclos de recolección, en 2012 y 
2014. Una parte esencial del proceso de elaboración del ACV consiste en 
cuantificar la energía que se consume y se genera con el sistema de 
MBCC. Para ello, se registran el combustible consumido por la maquinaria
 forestal y las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) 
procedentes de la combustión de la biomasa, por un lado, y la energía 
producida, por otro. Asimismo, se calcula el equilibrio de carbono del 
ecosistema de la plantación, esto es, los flujos de entrada y salida de 
GEI como el CO2, el CH4 y el N2O. En palabras de Ceulemans, «al cruzar 
los datos recabados sobre el proceso de MBCC con los relativos al 
ecosistema, podremos calcular con exactitud el equilibrio de carbono a 
lo largo del ciclo de vida de un cultivo de monte bajo de ciclo corto y,
 por tanto, deducir su contribución en términos cuantitativos al 
calentamiento global».
Nuevas herramientas y altas torres
«Las mediciones de los flujos de gases de efecto invernadero son la 
piedra angular de nuestra iniciativa, ya que las herramientas y técnicas
 necesarias para realizarlas son bastante recientes», afirmó Ceulemans. 
Entre las hileras de árboles se alza una alta torre en la que se ha 
instalado un anemómetro tridimensional y varios analizadores de gases de
 alta sensibilidad. «Medimos constantemente la velocidad del viento en 
tres direcciones y la concentración de GEI en la atmósfera para poder 
calcular los flujos netos de entrada y salida de la plantación. La 
diferencia se debe a los gases que absorben los árboles, principalmente 
mediante la fotosíntesis. Estos instrumentos son tan sensibles que nos 
permiten comprobar cómo desaparece el efecto de la fotosíntesis durante 
la noche o cómo aumenta el CO2 cuando nos visitan grupos grandes de 
personas».
Gran parte de la importante labor de medir los flujos de GEI se la 
debemos a la Dra. Donatella Zona, beneficiaria de una beca Marie Curie, 
quien ha pasado a convertirse en un destacado miembro del equipo de 
investigación. «Se trata de una plantación de características únicas, ya
 que es la primera del mundo que cuenta con el equipo necesario para 
medir con exactitud el equilibrio de los gases de efecto invernadero y, 
por tanto, para realizar un análisis de ciclo de vida completo», destacó
 Ceulemans, a lo que añadió que la iniciativa «ha despertado mucho 
interés, como demuestra el hecho de que la revista National Geographic 
haya publicado un reportaje sobre el proyecto».
Los resultados de la cosecha
«Tras una rotación podemos afirmar que la plantación es eficiente, 
ya que genera el doble de energía de la que consume, y esperamos obtener
 cifras aún mejores en la segunda rotación . Para conocer los resultados
 en lo que respecta a los gases de efecto invernadero habrá que esperar a
 la segunda rotación. Hasta el momento el proceso no es totalmente 
neutro en cuanto al carbono, pero supone una reducción considerable de 
las emisiones en comparación con los combustibles fósiles», señaló 
Ceulemans. «Los sistemas de MBCC probablemente no generarán beneficios 
económicos hasta después de veinte años, a no ser que se subvencionen 
como ocurre con muchas otras fuentes de energía. Se trata, pues, de una 
cuestión política más que económica», prosiguió.
«Visto desde una perspectiva más amplia, cuando POPFULL haya 
concluido dispondremos de datos concretos para formular políticas 
basadas en fundamentos científicos y empíricos y poder así situar a la 
biomasa en el lugar que le corresponde en la combinación energética del 
futuro».
Fuente: 
Prof.dr. Reinhart Ceulemans
- Coordinador del proyecto: Universidad de Amberes, Bélgica
- Título del proyecto: System analysis of a bio-energy plantation: full greenhouse gas balance and energy accounting
- Acrónimo del proyecto: POPFULL
- sitio web del proyecto: 
http://webh01.ua.ac.be/popfull/- Programa de financiación del 7PM (convocatoria del CEI): subvención avanzada (Advanced Grant) 2008
- Financiación de la Comisión Europa: 2 500 000 euros
- Duración del proyecto: cinco años
- National Geographic documentary (nl/en):
- 
inglés- 
neerlandés
- Selección de bibliografía:
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- El Kasmioui O. and Ceulemans R. (2012) 
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- Berhongaray G., El Kasmioui O. and Ceulemans R. (2013) 
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