Tendencias científicas: Los días en la Tierra se alargan... en dos milisegundos por siglo

Un equipo de astrónomos recopiló registros celestes de hasta hace tres mil años y descubrió que, por cada siglo que pasa, se alarga la duración de los días en dos milisegundos debido al frenado gradual del movimiento de rotación terrestre.

Un aumento tan pequeño implica que un día dura una fracción de segundo más que el 11 de noviembre de 1918, el día en el que se produjo el alto el fuego en el frente occidental al término de la Primera Guerra Mundial. Durante los últimos veintisiete siglos, el día se ha prolongado una media de 1,8 milisegundos cada siglo. Esta cantidad es bastante menor a la de 2,3 milisegundos por siglo calculada anteriormente, de tal manera que deberán pasar 2,6 millones de años para contabilizar un minuto adicional. Salvo que se produzca cualquier tipo de cambio en la ralentización de la rotación terrestre, los días llegarán a durar veinticinco horas dentro de dos millones de siglos.

Investigadores de la Universidad de Durham (Reino Unido) y de la Oficina del Almanaque Náutico del Reino Unido recopilaron registros históricos de eclipses y otros fenómenos celestes desde el año 720 antes de Cristo hasta 2015. Los registros más antiguos proceden de tablas cuneiformes babilónicas. Otras fuentes tienen su origen en la Grecia antigua, como por ejemplo el Almagesto de Ptolomeo, escrito en el siglo II, así como en documentos de China, el Medievo europeo y el mundo árabe.

Todos esos documentos antiguos registran el momento y el lugar en el que se presenciaron distintas fases de eclipses solares y lunares, mientras que las fuentes posteriores al año 1600 después de Cristo describen las ocultaciones lunares (cuando la Luna pasa por delante de una estrella y la oculta a la vista).

El equipo aplicó a continuación teorías gravitacionales sobre el movimiento de la Tierra alrededor del Sol y de la Luna alrededor de la Tierra para calcular el momento en el que se produjeron los eclipses lunares y solares con el paso del tiempo desde la perspectiva terrestre. Por su parte, el modelo informático calculó cuándo y dónde se habrían observado los fenómenos en el pasado si la rotación de la Tierra se hubiera mantenido constante.

«A pesar de la imprecisión de las observaciones, es posible observar una discrepancia constante entre los cálculos y el lugar y el momento en el que se apreciaron los eclipses en realidad», comentó Leslie Morrison, directora de la investigación y coautora del estudio. «Se deduce que la Tierra ha ido variando su rotación».

Los astrónomos son conscientes desde hace tiempo de que la rotación terrestre se está frenando gradualmente. La causa principal son las mareas provocadas por la gravedad lunar. «La elevación del agua tira de la Tierra al girar esta última bajo las masas de agua», explicó Morrison. Al ralentizarse la rotación de la Tierra, la órbita lunar aumenta unos cuatro centímetros al año.

Además de este efecto de freno de la Luna, existe otro factor que influye en la rotación terrestre: el cambio de forma de nuestro planeta por la reducción de los casquetes polares desde la última glaciación. Desde aquel fenómeno, diversas masas terrestres que se encontraban enterradas bajo el hielo se han liberado de peso gradualmente y experimentado un rebote. Esto provoca además una reducción del achatamiento axial de la Tierra. Los cambios en los niveles del mar y las fuerzas electromagnéticas entre el núcleo y el manto terrestres también han influido en la rotación de la Tierra.

Esta desaceleración de la órbita terrestre es la que provoca que los científicos encargados de medir el tiempo deban ajustar sus relojes de alta precisión cada pocos años para garantizar su sincronía con la rotación del planeta.

El estudio al completo se publicó recientemente en la revista «Proceedings of the Royal Society A».

publicado: 2016-12-14
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