Ciencia del espacio

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Al alcanzar el punto más intenso de su ciclo de actividad de once años, nuestra estrella madre ha empezado a portarse mal y los científicos saben cómo actuar. Gracias a un estudio meticuloso del Sol, se podrán comprender mejor, y quizás también predecir, las erupciones solares que impulsan hacia la Tierra cantidades ingentes de partículas energéticas peligrosas.
Los agujeros negros, las estrellas de neutrones y las novas son algunos de los elementos del Universo que generan rayos gamma, la forma de radiación con mayor energía. Unos científicos financiados con fondos europeos investigan cuestiones de gran interés tales como identificar la fuente de esta gran cantidad de energía.
Una iniciativa financiada por la Unión Europea reúne centros de investigación europeos, infraestructuras (telescopios) y repositorios de datos con el objetivo de preparar a la comunidad dedicada a la física solar para gestionar el Telescopio Solar Europeo (EST).
La formación de la primera generación de galaxias marcó el final de la época oscura de nuestro Universo y el principio de la época de la reionización. Esta transición hacia una nueva era ha sido diseccionada gracias a la financiación de la UE y al uso de las mayores simulaciones realizadas hasta la fecha sobre la transformación del medio intergaláctico en un entorno ionizado.
Un equipo de científicos financiados con fondos europeos estudió, con el propósito de rastrear los orígenes de la Tierra y de la vida en el Universo, la formación de planetas y su evolución, incluyendo el material circundante a las estrellas donde se forman los planetas.
Para el siguiente decenio, la Agencia Espacial Europea (ESA) ha programado nuevas misiones relativas a una astronomía con rayos X y en el infrarrojo lejano que irán equipadas con grandes conjuntos de detectores de alta sensibilidad. Un proyecto financiado por la UE tenía el propósito de agilizar estos desarrollos, abordando la cantidad limitada de energía disponible a bajas temperaturas.
Un grupo de investigadores financiado por la Unión Europea está en camino de obtener relojes ópticos transportables con inestabilidades de frecuencia inferiores a 1x10-16 y una inexactitud fraccional por debajo de 5x10-17. Su rendimiento se puede mejorar hasta unos dos órdenes de magnitud más que los relojes de microondas más estables y precisos de la actualidad.
Una iniciativa financiada por la UE ha reunido a organismos nacionales e internacionales para garantizar que se puedan llevar a cabo investigaciones con telescopios ópticos y de infrarrojos de última generación.
Mientras las agencias espaciales planean una misión humana a Marte en un futuro no muy lejano, se considera que la exposición a radiación ionizante durante las misiones en el espacio profundo es una de las principales barreras para la exploración del espacio profundo. El proyecto SR2S, financiado por la Unión Europea dentro del Séptimo Programa Marco (7PM) trabaja para abordar la necesidad de disponer de herramientas de mitigación de la radiación. Los socios del proyecto trabajan en el diseño y el desarrollo de un apantallamiento magnético destinado a proteger a los astronautas durante este tipo de misiones en el futuro.
Una pregunta que los astrónomos todavía intentan responder es en qué momento surgieron las estrellas en las galaxias del universo. Aunque es extremadamente difícil, incluso en nuestra propia galaxia, medir las velocidades de formación de estrellas (SFR) ofrece la oportunidad de poner a prueba las hipótesis sobre el desarrollo y la evolución de las galaxias.
Las naves espaciales portan cantidades enormes de instrumentos que funcionan con electricidad. Un equipo de científicos está desarrollando una nueva forma de energía nuclear para la conversión de calor en electricidad sin partes móviles.
Los efectos del Sol van mucho más allá de la luz y el calor que proporciona. Se ha profundizado considerablemente en el conocimiento de los intensos estallidos de radiación del Sol que afectan a la atmósfera de la Tierra, a sus habitantes y a sus dispositivos.
Gracias al flujo continuo de datos de la Misión Kepler de la Administración Nacional de Aeronáutica y el Espacio (NASA) y a los instrumentos de última generación sobre la superficie terrestre, un grupo de astrónomos ha aprovechado la financiación de la UE para aprender más sobre los planetas pequeños de nuestra galaxia.
En un futuro no muy lejano se podría ver cómo el ser humano vive y trabaja en Marte y en otras ubicaciones inhóspitas. Muchos entornos en la Tierra son tan hostiles como los encontrados en Marte y otros planetas. Investigadores financiados con fondos europeos trabajan en el desarrollo de una vivienda espacial que proteja la vida en condiciones medioambientales extremas tanto en la Tierra como fuera de ella.
A pesar de las numerosas misiones tripuladas o con robots, apenas se han explorado los entornos planetarios de nuestro Sistema Solar. Empezando por el planeta más accesible, Marte, un grupo de investigadores financiado por la UE está recopilando todos los datos disponibles hasta el momento para componer imágenes tridimensionales perfectamente realistas de la superficie.
Debido a la ausencia de modelos predictivos validados, en la actualidad, la mayoría de los materiales que se obtienen mediante ablación se desarrollan mediante un proceso iterativo de prueba y error y no están en la línea de las reglas de seguridad más recientes. Un proyecto financiado por la Unión Europea trabaja en el desarrollo de tecnologías clave para mejorar la eficiencia y el coste de una nueva generación de materiales para altas temperaturas.
En el marco de un proyecto financiado por la UE, las lentes gravitacionales han demostrado ser una herramienta poderosísima para el estudio de galaxias tenues en los confines del Universo observable.
Los futuros exploradores de la Luna y de Marte podrían ir equipados con un nuevo tipo de traje espacial, un «traje inteligente», que mitigará los efectos dañinos de la ingravidez y de la falta de actividad motora.
Los discos circunestelares —que giran alrededor de estrellas recientemente formadas— son como alquimistas modernos, ya que transforman polvo y gas en oro astronómico: planetas. Exactamente cómo sucede esta transformación sigue siendo un misterio sobre el que un proyecto financiado con fondos europeos quiere arrojar luz.
La teoría de la relatividad general ha descrito con precisión, desde que se postulase hace cien años, el fenómeno de la gravedad. En el campo de la física se sugiere ahora que las ecuaciones de Einstein no abarcan este fenómeno al completo y por tanto es necesario introducir correcciones que describan la materia que rodea los agujeros negros.
Como cada gramo y centímetro cuentan a la hora de poner satélites en órbita, se está trabajando en un proyecto financiado por la UE para reducir al mínimo el tamaño y peso de sus sistemas de control de actitud.
Titán, el mayor satélite de Saturno, es una de las pocas lunas del Sistema Solar con una atmósfera densa y neblinosa de color anaranjado de la que no se sabe bien ni cómo se formó ni cuál es su composición química. No es de extrañar que este objetivo tan tentador para las misiones espaciales posea un gran valor científico para un grupo de investigadores financiado con fondos de la UE.
La astronave Kepler, dedicada a la caza de planetas, ha revelado la existencia de ondas acústicas que se generan en las profundidades del interior de las estrellas, generan ondulaciones en su superficie y alteran su brillo. Estos astromotos han ayudado a un grupo de astrónomos financiado por la Unión Europea a entender mejor la estructura y el futuro de miles de estrellas.
Dirigir la navegación de una nave espacial es uno de los mayores retos que los ingenieros deben afrontar al diseñar nuevas misiones a planetas distantes, sus lunas o incluso a asteroides. Una vez la nave haya emprendido el vuelo, un nuevo sistema de navegación todo-en-uno la guiará de manera fiable por el Sistema Solar hasta su objetivo.
Las galaxias permiten conocer mejor el pasado y el futuro del cosmos y, sin embargo, aún no se sabe a la perfección qué procesos rigen su formación. Científicos financiados con fondos europeos se han servido de datos empíricos para aclarar un aspecto hasta ahora desconocido de estas formaciones.
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