De vez en cuando, no está de más recordar lo especial que es nuestro planeta en realidad. Gracias a la solidez de su corteza externa y a que la distancia con el Sol propicia la existencia de agua en estado líquido, resulta capaz de albergar vida. Característica que, por lo que sabemos hasta ahora, es única.
De momento, se han descubierto muy pocos planetas que cumplan con estos criterios de habitabilidad. Ahora bien, científicos como los que participan en el proyecto ETAEARTH, financiado con fondos de la UE, están empezando a encontrar posibles candidatos. Por ejemplo, hace poco se descubrió a unos cuatrocientos años luz Kepler-78b, un planeta del tamaño de la Tierra con una composición muy similar. En última instancia, esta búsqueda podría responder a la pregunta de si estamos solos en el Universo.
El proyecto ETAEARTH, de cuatro años de duración y cuyo fin está previsto para finales de 2017, aspira a ofrecer por primera vez una imagen fidedigna de en qué medida existen planetas similares a la Tierra en nuestra galaxia. En concreto, lo está llevando a cabo mediante la combinación de los datos del observatorio espacial Kepler de la NASA con las lecturas de un nuevo espectrógrafo de la ESA llamado HARPS-N, que puede detectar rastros ínfimos de velocidad de planetas tan pequeños como la Tierra. Un equipo de especialistas de Italia, Reino Unido, Suiza y Estados Unidos está analizando los resultados.
Esta combinación de los datos de Kepler y HARPS-N nos ha permitido aprender mucho más sobre este tipo de planetas. Sabemos por ejemplo que Kepler-78b orbita en torno a una estrella brillante a unos cuatrocientos años luz, después de que fuera observado por primera vez en 2013 por el telescopio espacial Kepler, pero lo realmente destacable es que los científicos del proyecto ETAEARTH hayan podido determinar desde entonces el radio de este exoplaneta midiendo la cantidad de luz estelar bloqueada durante su tránsito frente a su estrella madre. También se ha logrado inferir la masa del planeta calculando el bamboleo de Kepler-78 a causa de la atracción gravitatoria.
A partir de estos datos, se pudo calcular la densidad y la composición de Kepler-78b. Se concluyó que se trata de un exoplaneta con un tamaño 1,2 veces mayor que el de la Tierra y una masa 1,7 veces superior, lo que indica que estaría compuesto principalmente de roca y hierro. Estas características convierten a Kepler-78b en el exoplaneta más parecido a la Tierra de los descubiertos hasta el momento.
Por supuesto, Kepler-78b solo es uno del ingente número de exoplanetas que se han encontrado. El objetivo del proyecto ETAEARTH es recabar información estadística que ayude a los astrónomos a comprender las tendencias generales de distribución de exoplanetas en la franja habitable de sus estrellas. Además, el proyecto pretende aportar una idea más completa acerca de las condiciones reales que se encuentran en dichos planetas.
Por ejemplo, se han podido observar por primera vez fenómenos meteorológicos en un exoplaneta. La atmósfera nubosa de HAT-P-7b, un gigante gaseoso unas dieciséis veces más grande que la Tierra y situado a más de mil años luz, refleja luz mientras orbita alrededor de su estrella. Observando los cambios en esa luz reflejada, en los últimos cuatro años se ha podido crear una imagen completa de los patrones de nubes del planeta en lo que supone la determinación más pormenorizada hasta la fecha de un rasgo meteorológico en un exoplaneta.
Con doce meses de vida por delante, el proyecto ETAEARTH promete deparar muchas más sorpresas intergalácticas y acercarnos a descubrir si de verdad estamos solos.
Para más información, consulte:
Página web del proyecto ETAEARTH