El Sol, como tantas otras estrellas, se formó a partir de una nube de
polvo y de moléculas de hidrógeno y helio. La temperatura inicial de la
nebulosa solar tuvo que ser de unos dos mil grados Kelvin. A medida que
se fue enfriando, los distintos elementos se condensaron en forma de
hielo y material granuloso. Una parte del gas se comprimió hasta formar
planetas gigantes rodeados de un disco giratorio de material de acreción
a partir del cual surgieron numerosos anillos.
Los anillos de Saturno son un regalo para los ojos, pero recientemente se han encontrado anillos similares en torno a un objeto de menor tamaño. El descubrimiento lo realizó el proyecto ISANDAL (Ice: Small and near, distant and large. Understanding planet formation through observation of solar-system minor bodies and extra-solar planets), financiado con fondos de la UE.
Las observaciones realizadas desde el Observatorio de La Silla y otros centros de Sudamérica ayudaron a los integrantes del proyecto ISANDAL a descubrir que el remoto asteroide Cariclo está rodeado por dos anillos densos y estrechos. Este centauro es el objeto de menor tamaño al que se le han descubierto anillos y no es más que el quinto cuerpo del Sistema Solar que presenta esta característica.
Otro resultado digno de mención fue el descubrimiento de un asteroide que se comporta como un cometa gracias a las cámaras de la misión Rosetta de la Agencia Espacial Europea (ESA). A este asteroide se le observó una cola similar a las que se suelen ver en los cometas. La única explicación plausible para la forma de esta cola es que se trate de un rastro de residuos procedente de la colisión de dos asteroides.
Al combinar distintos conjuntos de imágenes capturadas por la nave Rosetta con imágenes tomadas desde la superficie se logró componer una imagen tridimensional de la cola. Esta línea de material no tenía el aspecto que cabría esperar de una actividad similar a la de un cometa.
El resultado fue que los científicos de ISANDAL asumieron la coordinación de la campaña de observación desde la superficie terrestre para la misión Rosetta. Esta nave orbita a 100 km del núcleo del cometa 67P/Churyumov-Gerasimenko. Para ver el cometa con su cola al completo, era necesario observarlo desde la Tierra.
Por esa razón, la labor investigadora de ISANDAL pasó a utilizar la red mundial de telescopios
RoboNet para controlar y realizar un seguimiento de las alertas de microamplificación como prueba de la existencia de planetas extrasolares. Estos telescopios controlados por robótica aportaron una gran cantidad de datos que indicaban que los planetas pequeños helados son comunes.
Gracias a sus numerosos descubrimientos, el proyecto ISANDAL ha escrito un nuevo capítulo en la búsqueda de mundos extraterrestres más allá de los confines de nuestro Sistema Solar.