Tendencias científicas: Cómo afectan los deportes de contacto a mente, cuerpo y alma
Investigadores y científicos nos han proporcionado una imagen más nítida sobre el peligro real de las enfermedades cerebrales progresivas derivadas de lesiones deportivas repetitivas en la cabeza, un problema que deberá atajarse con mucha cabeza.
El torneo europeo de rugby de las Seis Naciones arrancó el mes pasado y sigue consolidándose como uno de los acontecimientos deportivos más multitudinarios del mundo. Para quien suscribe estas líneas, exjugador y compañero de equipo de figuras internacionales, equivale a primavera, a himnos nacionales enardecedores y a rivalidades contagiosas.
Ahora bien, varios casos recientes de lesiones en la cabeza han arrojado sombras sobre este deporte de caballeros y han puesto de manifiesto sus grandes riesgos y los posibles vínculos entre el rugby y las enfermedades cerebrales degenerativas. Según los datos de la Rugby Football Union, las conmociones cerebrales son la lesión más frecuente en este deporte, con 5,1 casos por cada 1 000 horas de rugby; además, los jugadores actuales pesan de media 7,2 kg más que hace 20 años, lo que implica que la fuerza de las colisiones pueda llegar a ser equivalente a la que experimenta el cuerpo en un accidente de automóvil. Cabe destacar que los titulares negativos no son patrimonio exclusivo del rugby.
La UEFA, el organismo que dirige el mundo del fútbol en Europa, encargó una investigación el pasado mes de febrero para estudiar los vínculos entre la demencia y la práctica del fútbol, después de que muchos exjugadores criticaran la reticencia aparente de las autoridades nacionales a tomar cartas en el asunto.
A decir verdad, estos peligros nunca se habían comentado ni comprendido por completo más allá del deporte base hasta 2002, cuando un neuropatólogo forense llamado Bennet Omalu examinó a fondo el cerebro de Mike Webster, el famoso jugador de fútbol americano fallecido. Sus conclusiones siguen causando impresión a día de hoy e impulsaron la producción de la película «La verdad duele», protagonizada por Will Smith, en la que se exponen los síntomas parecidos al Alzheimer que se aprecian en los cerebros de antiguos jugadores de la National Football League (NFL), la liga estadounidense de fútbol americano. El Dr. Omalu descubrió que Webster padecía encefalopatía crónica traumática (ECT), una enfermedad cerebral degenerativa que sofoca el cerebro y se suele asociar con el boxeo. Desde entonces, se ha encontrado una relación entre la ECT y la pérdida de memoria, la depresión y la demencia, además de encontrarse esta enfermedad en el cerebro de jugadores de muchos otros deportes de contacto.
En consecuencia, las autoridades deportivas intentan estar a la altura de las circunstancias. En septiembre de 2016, la NFL anunció que destinaría 100 millones de dólares a investigación en medicina e ingeniería para aumentar la protección de los jugadores, después del acuerdo de conciliación por valor de 1 000 millones de dólares para compensar a exjugadores que hubiesen sufrido lesiones cerebrales. En el Reino Unido, un proyecto de investigación está efectuando un seguimiento de las lesiones en la cabeza de cerca de cincuenta jugadores del Saracens Rugby Club, analizando biomarcadores en sangre, orina y saliva para detectar los cambios químicos cuando se produce una lesión cerebral. «Debemos hacer un seguimiento de jugadores de deportes de contacto para recabar estos datos sistémicos. Tenemos que descubrir por qué una lesión repetitiva en la treintena puede generar una enfermedad cerebral a los cincuenta», comenta John Hardy, catedrático de neurociencias del University College de Londres (UCL).
Los investigadores del UCL y la Universidad de Cardiff, cuyo estudio se publicó en marzo de 2017 en la revista Acta Neuropathologica, también examinaron el cerebro de seis futbolistas que se habían mantenido en activo durante veintiséis años. Los resultados mostraron que los seis desarrollaron demencia entre los 60 y los 70 años, y en las autopsias se encontraron signos de ECT en cuatro de ellos. «Por primera vez hemos demostrado en una serie de deportistas que existen pruebas de que sufrieran lesiones en la cabeza en etapas anteriores de su vida que supuestamente han influido en la aparición de demencia», destacó Huw Morris, catedrático del UCL.
Por su parte, la catedrática Patria Hume estudió a cientos de jugadores de rugby y de deportes sin contacto y afirmó que «…es una irresponsabilidad decir que no existen problemas de salud que afecten al cerebro a largo plazo».
Por desgracia, las pruebas están lejos de ser definitivas mientras los investigadores siguen planteando hipótesis sobre los factores que pueden provocar lesiones cerebrales, lo que a su vez genera la necesidad de seguir investigando.
Lo que sí está claro es que los síntomas de la ECT son terroríficos para los afectados y que deben implantarse nuevas normas que ofrezcan a los jugadores más protección y una mayor conciencia sobre los riesgos en juego. También debería protegerse de forma inmediata a los niños hasta que se vayan rebatiendo las distintas relaciones posibles.
Cabe pensar que deportes como el rugby podrían desaparecer algún día si los atletas siguiesen jugándose el cerebro mientras las autoridades escurren el bulto.
publicado: 2017-03-10