Tendencias científicas: Una sentencia histórica abre el debate sobre la esperanza, la ciencia y la ética de la conservación criogénica

Tras habérsele concedido a una joven británica la posibilidad de ser conservada por medios criogénicos con la intención de reanimarla en un futuro en el que exista una cura para el cáncer, se ha iniciado un intenso debate tanto en la comunidad científica como al margen de ella sobre la viabilidad de la criogenia y los dilemas éticos que plantea este procedimiento. Es más, saca de nuevo a la palestra la cuestión ya centenaria que define el conflicto entre la ciencia moderna y la ética: aunque se pueda, ¿se debe?

La adolescente, cuyo nombre no cabe publicar por razones jurídicas, logró la aprobación del Tribunal Supremo Británico el 6 de octubre, once días antes de morir de cáncer. Sus restos ya se han trasladado a una instalación especializada en Estados Unidos para comenzar el proceso de conservación. La sentencia se formuló a principios de octubre, pero no se ha hecho pública hasta ahora debido a que se impusieron férreas restricciones informativas que garantizasen su privacidad.

La idea de la crioconservación (congelación de materia orgánica en un estado de suspensión para reanimarla en una etapa posterior que puede ser de decenios e incluso siglos) es un tema popular y recurrente en la ciencia ficción, pero muchos en la comunidad médica manifiestan un escepticismo enorme. Robert Ettinger, un profesor de Míchigan, propuso por vez primera la criogenia en un libro publicado en la década de los años sesenta y titulado «La perspectiva de la inmortalidad» (The Prospect of Immortality), donde se argumenta que la muerte podría ser un proceso reversible. Ettinger, fallecido en 2011, fundó el Cryonics Institute en Míchigan, y tanto él como su madre y su primera y segunda esposas yacen en vasijas conservadas a -196°C.

Este sistema nunca ha recibido gran apoyo entre la población, si bien la cifra de los que lo solicitan crece cada año, hasta el punto de que ya hay cerca de trescientas personas criogenizadas en los Estados Unidos, otras cincuenta en Rusia y varios miles de candidatos.

La ciencia que sustenta el proceso

¿Resulta este sistema realmente viable? Barry Fuller, especialista en medicina a baja temperatura del University College de Londres (UCL), comentó que la tecnología disponible para conservar células a temperaturas ultrabajas es prometedora, pero que no es posible todavía su aplicación a una estructura grande como un riñón humano. «Todavía no existen evidencias objetivas de que un organismo humano pueda sobrevivir a la crioconservación con células que ejecuten su función tras reanimarlas», comentó en referencia al futuro proceso de reactivación celular. También apuntó que hay investigaciones en marcha cuyo objetivo inmediato consiste en el empleo de la tecnología para conservar órganos destinados a trasplantes.

En términos similares, los progresos clínicos dedicados a almacenar esperma y ovarios tienen poco que ver con el reto técnico que supone congelar y reanimar un sistema circulatorio humano al completo o, más complicado aún, un encéfalo, sin causar ningún tipo de daño permanente. Clive Coen, profesor de neurociencia en el King’s College de Londres (KCL), concluyó que es este punto de la práctica en el que la criogenia hace aguas, aunque la teoría que lo sustenta sea sólida. «El problema reside en que [el encéfalo] es una pieza enormemente densa de tejido. La idea de poder infiltrarlo con algún tipo de anticongelante que proteja el tejido es ridícula».

Ética y normativa

Todo ello lleva a plantearse interrogantes éticos de gran calado en torno a un proceso tan controvertido, esto es, ¿venden los defensores de la criogenia falsas esperanzas a pacientes muy enfermos cuando la tecnología aún no tiene la capacidad de congelar y reanimar tan siquiera un órgano humano, tanto menos un cuerpo al completo? Incluso si la tecnología progresase lo suficiente en un futuro hasta hacer viable el proceso, ¿es ético obligar a las generaciones futuras a mantener a los reanimados aunque supongan una carga o una molestia? Y, desde el punto de vista teológico, aunque se consiguiera reanimar un cuerpo, ¿mantendría el individuo su alma, tendría una nueva o presentaría un estado sin alma?

Hoy en día no existe ninguna normativa que regule la criogenia, y varios de los defensores de la tecnología aducen que cualquier regulación al respecto obstaculizaría su progreso tecnológico. Otros afirman, en cambio, que una normativa resultaría positiva para la práctica. Cryogenics UK, la ONG que ayudó a preparar el cuerpo de la niña para transportarlo a los Estados Unidos, declaró en una nota lo siguiente: «Confiamos que las normativas futuras sirvan a los hospitales para conocer su situación jurídica y procedimental. La oportunidad de servirse de asistencia médica profesional podría aumentar en paralelo al reconocimiento y la regulación de este campo».

El profesor Nils Hoppe, experto en derecho de las ciencias de la vida y ética, resumió los dilemas a los que se podría enfrentar una tecnología que, si bien hoy en día no es más que ciencia ficción, en un futuro podría llegar a ser viable: «Mientras no llegue a funcionar no tenemos que preocuparnos por la normativa, pero si en un decenio se progresa lo suficiente hasta alcanzar una fase en la que fuese viable, nos enfrentaríamos a cuestiones éticas, jurídicas y sociales de gran calado». A lo que añadió: «Si la muerte es reversible, el cuerpo dejará de ser una propiedad de la que haya que deshacerse; [el fallecido] se convierte de nuevo en un agente».

publicado: 2016-11-26
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