La compulsividad, la necesidad repetitiva e incontrolable de realizar un comportamiento concreto, hace referencia a un grupo de afecciones que sufren más de 10 % de los niños y adolescentes. Investigadores financiados con fondos de la Unión Europea desentrañan los mecanismos subyacentes a fin de dar con terapias.
Estos científicos pertenecientes al proyecto
TACTICS
(Translational adolescent and childhood therapeutic interventions in
compulsive syndromes) investigan los factores neuronales, genéticos y
moleculares que participan en la patogenia de la compulsividad.
Con su labor pretenden identificar cambios relevantes en la estructura y la función del encéfalo y determinar la función moduladora de la señalización del glutamato. Es más, se evaluará la eficacia de distintas estrategias de tratamiento nuevas basadas en compuestos glutamatérgicos, en concreto riluzol y memantina.
La compulsividad hace referencia a afecciones como el trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH), los trastornos del espectro autista (TEA), el trastorno obsesivo-compulsivo (TOC), afecciones del control de los impulsos y adicciones del comportamiento.
Los responsables de TACTICS descubrieron posibles agentes de la compulsividad, entre ellos sustratos genéticos como KCNQ1, IGFR1/2 (ruta de la insulina) y cuatro microARN que aún es necesario validar en mayor medida. En la actualidad trabajan en la producción de un modelo murino de silenciamiento condicionado de KCNQ1 en el encéfalo para proceder a la realización de estudios nuevos.
Las revisiones sistemáticas de estudios con pacientes de TDAH, TEA y TOC sugieren que los cambios pertinentes al neurodesarrollo de los circuitos frontoestriatales glutamatérgicos del encéfalo se producen a lo largo de toda su vida. No obstante, los resultados de los ensayos con cuatro modelos animales de compulsividad no apuntan a que el glutamato influya en gran medida en la fisiopatología de la compulsividad.
En paralelo, el equipo científico creó procedimientos operativos estándar para su aplicación al estudio de observación longitudinal de pacientes con TOC y TEA y obtuvieron los permisos éticos necesarios. En el estudio se medirá el glutamato para averiguar el modo en el que su señalización influye en los comportamientos compulsivos e impulsivos en distintos fenotipos clínicos.
También se procederá al análisis de distintos corpus de cohortes como las de NEUROIMAGE y BIG. Para ello, en TACTICS se desarrollaron técnicas bayesianas de aprendizaje automático con las que garantizar que la selección de características es la adecuada y determinar la relevancia de los marcadores. La labor de obtención de datos sigue en marcha y los resultados preliminares apuntan a que existe una relación entre cambios concretos en la masa encefálica y afecciones como TEA y TDAH. Los trabajos de genotipado sacaron a la luz cinco variantes genéticas desconocidas hasta ahora que influyen en la estructura del encéfalo en la región de los ganglios basales.
Las actividades de TACTICS ya han dado lugar a quince artículos. Se espera que los resultados del proyecto tras su finalización ofrezcan más datos sobre los genes y los mecanismos de señalización asociados con la compulsividad y la impulsividad. Esta información podrá emplearse para dar con terapias que alivien la carga socioeconómica de estas afecciones y mejoren la calidad de vida de los pacientes.