Marcapasos cerebrales sin efectos secundarios

Para aquellos pacientes de Parkinson cuyos síntomas no se pueden controlar con la medicación existente, la única opción eficaz puede ser la estimulación cerebral profunda (ECP). Por norma, esta técnica se considera segura, pero la estimulación puede comportar efectos negativos en algunos casos, por ejemplo adormecimiento, hormigueo, rigidez muscular, problemas de equilibrio o del habla y cambios de humor. El proyecto IMPACT tiene el propósito de perfeccionar la ECP para evitar esos efectos negativos.

El equipo responsable de IMPACT (Improving the lives of Parkinson’s disease patients while reducing side effects through tailored deep brain stimulation) inició su trabajo partiendo de la siguiente premisa: el principal inconveniente de la actual técnica de ECP radica en que los facultativos carecen de las herramientas que necesitan para aplicar un tratamiento personalizado. En cerca del 15 al 30 % de los pacientes sometidos a ECP, se produce una estimulación fuera de la región pretendida, lo que provoca efectos secundarios y merma la eficacia de la terapia.

El proyecto IMPACT, dotado con un presupuesto de 5 millones de euros, ha dedicado los últimos cuatro años a desarrollar una «herramienta de ajuste para especialistas basada en imágenes y con realimentación directa con la cual mejorar la ubicación y programación (el ajuste) de los implantes SBS (Steering Brain Stimulation) conforme a las características de cada paciente». En otras palabras, en lugar de enfocarse en una zona estándar más amplia, el nuevo software permitirá al médico situar el campo de estimulación en el lugar exacto, teniendo en cuenta la anatomía del cerebro de cada paciente.

A falta de un mes para que finalice el proyecto, Hubert Martens, director de desarrollo de productos en Medtronic y coordinador del proyecto, describe la herramienta para médicos creada por su equipo. Esta nueva herramienta conjuga datos de imagen del preoperatorio y el postoperatorio (imagen por resonancia magnética, radiografía), registros eléctricos de gran resolución de la actividad cerebral del paciente y datos bioestadísticos relativos a las zonas objetivo de la ECP. Ya se dispone de prototipos que están sometidos a evaluación clínica.

¿Cuáles son las principales deficiencias de los actuales sistemas de ECP?

La ECP es una terapia estupenda pero, si la estimulación no se realiza con suma precisión, puede tener efectos dañinos. Por tanto se requiere mayor precisión. Esencialmente, después de la cirugía, la terapia se perfecciona por ensayo y error. Ahora mismo no hay herramientas que orienten al médico para que encuentre la ubicación óptima con suficiente rapidez.

¿En qué medida soluciona estos inconvenientes la técnica que han creado?

En IMPACT nos hemos centrado en el uso de la imaginología, la modelización avanzada y el análisis para identificar de forma precisa las zonas del cerebro que hay que estimular para lograr un efecto óptimo, y también zonas que evitar para que no se produzcan ciertos daños ya conocidos. Toda esa información la integramos en algoritmos y en una herramienta intuitiva que brinda orientación para las decisiones de programación que debe tomar el facultativo que gestiona la terapia administrada a los pacientes sometidos a ECP.

¿Qué otras características presenta su técnica que, en su opinión, ofrecen verdaderos beneficios para especialistas y pacientes?

Hemos creado un proceso de trabajo intuitivo. Pusimos gran empeño en optimizar la usabilidad del producto para asegurarnos de que los médicos, que suelen tener un horario muy apretado, puedan utilizarlo de forma sencilla y óptima. Por norma, los productos y las interfaces de usuario que poseen complejidad técnica no suelen tener éxito ni logran modificar sustancialmente la práctica clínica.

La visualización avanzada y la integración con otras modalidades (como el análisis de datos fisiológicos de exploración) aportan una visión exhaustiva de la función y de la anatomía que respalda las decisiones de programación.

¿Cuáles fueron las principales dificultades encontradas en el proyecto y cómo se resolvieron?

No fue sencillo mantener la coordinación entre los socios, que estaban repartidos geográficamente, durante un proyecto de varios años de duración. Para que todos mantuviesen el rumbo, organizamos reuniones periódicas del consorcio para revisar los progresos, consensuar nuestros planes y complementar estos con encuentros científicos atractivos, de forma que los socios disfrutasen de su participación y realizásemos aportaciones al conjunto.

Además, hubo un coordinador de programas dedicado a IMPACT que se aseguró de que hubiese una comunicación frecuente en los intervalos entre las reuniones del consorcio, y también de difundir y poner a disposición de todos información pertinente sobre los progresos, los resultados previstos y los planes.

Aparte del Parkinson, ¿qué otras enfermedades tuvieron en cuenta?

Nos centramos fundamentalmente en la enfermedad de Parkinson para demostrar la viabilidad de nuestra propuesta. Pero también hicimos algunos estudios relativos al temblor esencial, la distonía y los trastornos obsesivos-compulsivos.

El proyecto se aproxima a su fin. ¿Se han cumplido todas sus expectativas iniciales?

Pues sí. Ha sido muy gratificante colaborar en este proyecto con socios clínicos y técnicos de primer nivel. Ciertamente, eso nos ha permitido ampliar los límites de la tecnología y validar nuestras ideas en el ámbito clínico.

¿Cuándo prevé que los pacientes puedan encontrar esta técnica en el sector médico?

Hemos creado un plan de productos que integran la tecnología de IMPACT. Ya tenemos prototipos sometidos a evaluación clínica como parte del programa de IMPACT. Se trata de un estudio inicial cuyo resultado condicionará nuestros planes posteriores, es decir, los pasos que daremos a continuación para el desarrollo y la comercialización de esta tecnología. Esos pasos irán determinando los plazos.

IMPACT
Financiado con arreglo a FP7-HEALTH
Página web del proyecto

publicado: 2016-09-10
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