El incremento de los niveles de obesidad, adicciones y estrés constituye una preocupación muy importante en el ámbito de la salud pública. En el marco de una iniciativa apoyada por la Unión Europea se obtuvieron conocimientos novedosos sobre la neurobiología en relación con el estrés, las adicciones y el comportamiento en cuanto al consumo de comida.
El proyecto financiado con fondos europeos
NEUROFAST
(The integrated neurobiology of food intake, addiction and stress)
tenía el cometido de utilizar datos procedentes de una gama amplia de
estudios con humanos y roedores para examinar la relaciones existentes
entre las enfermedades relacionadas con la dieta, la propia dieta, el
estrés y el consumo de drogas.
No existen muchos indicios que respalden la idea de que alimentos, aditivos o ingredientes concretos provoquen conductas adictivas similares a las observadas de consumo de drogas.
El estudio de las adicciones alimentarias se encuentra todavía en una etapa incipiente, pero cada vez más investigadores tratan de hallar explicación a ciertos comportamientos que conducen a la obesidad. Los socios del proyecto estudiaron incluso la idoneidad de utilizar el término «adicción a alimentos» (food addiction). Manejaron nociones vigentes sobre la diagnosis y la neurobiología de los trastornos adictivos (no sólo relacionados con el consumo de drogas), destacaron las similitudes y diferencias existentes entre una adicción y un consumo compulsivo de alimentos y acordaron utilizar el término «eating addiction» («adicción a comer») para denotar que se referían a la adicción relativa al comportamiento al comer. Así pues, este concepto se definió como un trastorno del comportamiento al comer por el que algunos individuos presentan un comportamiento adictivo que consiste en la ingesta excesiva de alimentos.
Tras estudiar a un grupo de pacientes psiquiátricos en edad adolescente se concluyó que esta adicción a comer no comporta necesariamente padecer obesidad. Pese a no contar con pruebas concluyentes, la investigación neurobiológica realizada por el equipo de NEUROFAST apunta a que los alimentos pueden influir en ciertos comportamientos que conllevan elecciones dietéticas y una ingesta de alimentos tales que favorecen la obesidad.
Hasta el momento no se habían hallado indicios de adicción a macronutrientes específicos en humanos. Estos investigadores observaron indicios de que el cerebro es capaz de detectar macronutrientes en la dieta y que ello tiene efectos inmediatos en el comportamiento al comer.
Mediante estudios epidemiológicos, se definieron factores de riesgo asociados al comienzo del consumo de drogas y de trastornos alimentarios, y se observó que tales factores varían enormemente en función de la edad, el sexo, el diagnóstico de cada individuo y la muestra utilizada. Una investigación en centros de trabajo mostró que las personas no responden de la misma manera a una misma situación estresante en lo que concierne a sus costumbres dietéticas y a su peso corporal.
NEUROFAST cambió el enfoque —pasando de los alimentos al comportamiento— para tratar de entender mejor las condiciones ambientales que favorecen o contribuyen a la obesidad. Tendrá implicaciones importantes en las futuras estrategias para el tratamiento y la prevención de los comportamientos relacionados con los trastornos alimentarios.