La relación entre la obesidad materna y la salud de los hijos

Comprender cómo influye la obesidad materna en la salud de los hijos podría mejorar la salud general de la población europea. Unos científicos europeos han identificado factores relacionados con las primeras fases del desarrollo que determinan la salud y el envejecimiento en seres humanos.

La obesidad se ha convertido en una de las mayores preocupaciones en materia de salud pública en la Unión Europea, ya que más del 30 % de las mujeres en edad reproductiva presentan sobrepeso y un 20 % obesidad. Los hijos de mujeres obesas están expuestos a unos niveles anormales de insulina, debido a la resistencia a la insulina de estas madres.

A esto se suma la existencia de indicios adicionales de que la placenta de las madres obesas presenta niveles más elevados de moléculas proinflamatorias lo que, combinado con una exposición patológica a glucocorticoides, podría provocar que los niños nazcan con un peso y una presión sanguínea mayores.

El proyecto DORIAN (Developmental origins of healthy and unhealthy ageing: The role of maternal obesity), financiado por la UE, ha incrementado el conocimiento relativo a los mecanismos básicos de las primeras fases del desarrollo que influyen en la salud en edades más avanzadas.

Hasta ahora, los análisis epidemiológicos en cohortes de recién nacidos han puesto de manifiesto la asociación entre el índice de masa corporal (IMC) de las madres con el IMC de los hijos, así como con el desarrollo de la diabetes en los mismos. Curiosamente, esta relación solo fue llamativa en las mujeres, no en los hombres. Sin embargo, los niños con poco peso nacidos de mujeres obesas presentaron un mayor riesgo de desarrollar una enfermedad cardiovascular.

Los resultados sugieren que la obesidad materna tiene efectos perjudiciales para los perfiles conductual, metabólico y neuroendocrino —tanto de la madre como de su descendencia— durante la edad adulta y el envejecimiento. Los investigadores también hallaron diversas interacciones genético-ambientales relacionadas con la metilación del ADN y su envejecimiento. En concreto, se descubrió que los procesos de metilación de numerosos genes se producen de manera diferente dependiendo de si la madre del neonato es obesa o no. Además, un IMC materno elevado junto a un aumento de peso excesivo durante el embarazo deriva en una menor longitud en los telómeros de los descendientes, hecho que se observó en hijos tanto recién nacidos como adultos.

Mediante el estudio de modelos no clínicos se reveló que la activación de la secreción de glucocorticoides en situaciones de estrés, que reduce la respuesta inmunitaria en la descendencia adulta, supone otro efecto secundario significativo de la obesidad durante el embarazo. Los científicos de DORIAN han identificado una diana terapéutica con la que evitar esta reacción al estrés, el gen de respuesta a los glucocorticiodes (FKBP51).

Entre los factores positivos también se encuentra el ejercicio físico. A este respecto, los investigadores del proyecto DORIAN han hecho hincapié en los beneficios de la actividad física para los hijos adultos de madres obesas dado que estos muestran una menor predisposición a ejercitarse.

La iniciativa se sirvió de comunicados de prensa para asegurarse de la difusión de los resultados entre las personas a las que en último término se destinan. El gran interés suscitado entre los medios debería garantizar que los frutos de DORIAN se materialicen en un mayor nivel de concienciación por parte de las autoridades sanitarias y del público en general.

publicado: 2015-11-27
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