Esta noción se refiere al grado en que los ciudadanos pueden entender,
transmitir y acceder a la información pertinente de cara a disfrutar de
una buena salud. La cultura de la salud resulta fundamental para una
pronta recuperación de las enfermedades y puede redundar en un aumento
de la esperanza de vida, en un mejor estado de salud y reducir la
incidencia de enfermedades crónicas. Los datos revelan que, por lo
general, las personas con una cultura de la salud más limitada tienen un
nivel educativo más bajo y pertenecen a grupos socioeconómicos menos
favorecidos.
En lo que a la UE respecta, éste es un ámbito en el que se necesita mejorar, a tenor de lo que se desprende de un sondeo realizado en 2010, según el cual entre un 30 y un 50 % de la población tiene un escaso conocimiento en dicha materia. Este hecho se agudiza entre los ciudadanos de edad avanzada y se debe a una combinación de factores mentales, sociales y económicos. Dado que se mantiene la necesidad de contar con los medios más adecuados para lidiar con las cuestiones relativas a la cultura de la salud que afectan a los grupos de población de edad avanzada, el proyecto «Intervention research on health literacy among ageing population» (
IROHLA), financiado por la UE, está llevando a cabo una investigación centrada en las intervenciones relacionadas con este dominio y destinadas a este grupo de población para extraer lecciones de otros sectores.
El proyecto, que abarca múltiples disciplinas, es un consorcio compuesto por más de una veintena de instituciones y científicos pertenecientes a campos como el de la medicina, el paramédico y las ciencias sociales, del comportamiento y de la comunicación, entre otros. Hasta la fecha, se ha elaborado un marco teórico y se ha empleado un enfoque basado en métodos mixtos para ocuparse de múltiples dominios, determinantes, intervenciones y resultados relacionados con la cultura de la salud.
También se realizaron análisis y valoraciones en tres ámbitos de la cultura de la salud con el foco de atención situado en los miembros de la tercera edad. En concreto, se trata del cumplimiento de los planes de atención médica, el grado en que los documentos relacionados con la salud resultan comprensibles, así como la influencia del entorno social, cultural y físico sobre el efecto de las intervenciones relacionadas con la cultura de la salud.
Asimismo, se llevó a cabo un estudio cuantitativo centrado en definir la cultura de la salud, en determinar el nivel de cumplimiento de las directrices sobre actividad física y nutrición, así como en el papel de mediación que desempeñan los determinantes del comportamiento y el autocuidado entre los adultos de setenta y cinco años en adelante. Los investigadores también organizaron una serie de debates participativos de grupos focales en torno a las necesidades y a la percepción de este conjunto de la ciudadanía con el fin de comprender sus puntos de vista.
Por último, el proyecto planea elaborar una serie de directrices de índole política y práctica, incluyendo un documento destinado a autoridades competentes en materia de asistencia sanitaria, así como diversos métodos para adoptar medidas adecuadas con las que favorecer la cultura de la salud, entre ellas algunas relativas al desarrollo de las capacidades. En suma, el proyecto establecerá un vínculo entre los ámbitos práctico y científico e identificará áreas a las que dedicar futuros estudios.