El objetivo del proyecto
NU-AGE es
mejorar la calidad de vida de las personas de edad avanzada a través de
una dieta basada en alimentos integrales. Se pretende además ampliar la
base de conocimientos sobre los distintos nutrientes que afectan a o
contrarrestan el deterioro asociado a la edad. A tales efectos han unido
sus fuerzas varios centros de investigación expertos en distintas áreas
y empresas alimentarias multinacionales interesadas en desarrollar
alimentos funcionales para la tercera edad.
Los artífices de esta iniciativa se han marcado además las
siguientes metas: demostrar la influencia de la dieta en esta respuesta
inflamatoria; identificar los marcadores celulares y moleculares
responsables de los efectos beneficiosos de la alimentación; elaborar
varios prototipos de alimentos funcionales y diseñar herramientas para
plasmar los hallazgos de NU-AGE en un conjunto de recomendaciones
alimentarias para la tercera edad.
Hasta la fecha, este proyecto ha atraído a 2 496 voluntarios, de los
cuales 1 453 se sometieron a pruebas para averiguar si cumplían los
criterios de participación en la experiencia piloto. A continuación el
equipo recogió muestras biológicas (de sangre, orina y heces). Para
mejorar su adecuación, se suministró gratuitamente a los voluntarios del
grupo de intervención pasta integral, aceite de oliva, margarina, sopa
de verduras congelada, queso bajo en sal y en grasa y suplementos de
vitamina D.
Para almacenar, gestionar y analizar las muestras, el consorcio ha
creado una base de datos de fenotipos y un eficaz flujo de trabajo para
la introducción de datos asistida por ordenador, la validación de los
datos y la elaboración de modelos de bases de datos y su evaluación.
Todos los centros de captación de voluntarios han procedido ya a la fase
de introducción de datos. En cuanto a la industria alimentaria, el
proyecto ha creado un grupo operativo y ha elaborado una lista de
productos para su posterior desarrollo.
NU-AGE ha constatado que, por lo general, la dieta de los mayores no
es adecuada, a pesar de que las mujeres, las personas con un nivel
educativo elevado y las que viven acompañadas suelen alimentarse mejor.
Cabe destacar el descubrimiento de una relación bidireccional entre
la salud y la alimentación: la dieta influye en la salud y viceversa.
Por consiguiente, deben considerarse mecanismos de retroalimentación
cuando se analicen los beneficios de fomentar buenos hábitos de
alimentación entre las personas de la tercera edad.
Esta iniciativa podría ayudar a mejorar la dieta de los mayores
gracias a soluciones factibles y de eficacia probada y a nuevos
alimentos con rasgos más saludables.