Las amenazas a la salud son múltiples en nuestro entorno. Enfermedades
infecciosas de gran virulencia y pandemias pueden arrasar de forma
indiscriminada comunidades enteras, en ocasiones sin poder ser
detectadas con antelación. El brote actual de Ébola en el occidente
africano, por ejemplo, es el mayor y más complejo desde que se descubrió
el virus en 1976. El riesgo no se limita a un país o un continente, tal
y como declaró el director general de la Organización Mundial de la
Salud (OMS) cuando afirmó que este brote es una emergencia de salud
pública de importancia internacional.
Por otro lado, la enorme carga que suponen las enfermedades crónicas
y degenerativas sigue creciendo en paralelo al envejecimiento
poblacional de Europa. De hecho, las enfermedades crónicas —afecciones
duraderas como la diabetes y las cardiopatías que pueden controlarse
pero no curarse— son la principal causa de muerte prematura en todo el
mundo, incluso en lugares con tasas galopantes de enfermedades
infecciosas.
El riesgo que supone la resistencia a los antimicrobianos también genera preocupación.
Estos retos para la salud podrían parecer obstáculos insalvables,
pero no hay que olvidar el progreso logrado en los últimos años por
investigadores, políticos y profesionales sanitarios. La esperanza de
vida media en todo el planeta desde 1955 ha pasado de cuarenta y ocho a
sesenta y seis años. Si bien la epidemia de VIH sigue siendo un reto
mundial de primer orden, se ha producido un descenso en la cantidad de
muertes relacionadas con el SIDA a nivel planetario y los infectados ya
disfrutan de vidas más sanas y longevas. Además, se han dado los pasos
necesarios para reducir para 2015 la mortalidad que causa la
tuberculosis en un 50 % con respecto a los niveles de 1990.
La investigación y la innovación europeas en materia de nutrición y
salud desempeñan una función clave en el plano sanitario. Los proyectos
de investigación de la Unión Europea, dedicados a mejorar la nutrición,
garantizar una descontaminación adecuada o explorar curas y tratamientos
contra enfermedades, por ejemplo, resultan una inversión en salud que
da lugar a una mano de obra sana, una economía saludable y facturas
sanitarias menos onerosas. Por estas razones, durante los dos primeros
años de Horizonte 2020 la Unión Europea invertirá cerca de 1 200
millones de euros en el reto «Salud, cambio demográfico y bienestar».
Una de las convocatorias abiertas incluye
«Personalizar la salud y la asistencia sanitaria» y «Actividades de coordinación para la salud» .