TOBI
recibió fondos europeos por valor de 9 millones de euros para crear
tecnologías prácticas de interacción entre el cerebro y los ordenadores
que mejorasen la calidad de vida de personas como Francesco y Jean-Luc,
de veinte y cincuenta y tres años de edad, respectivamente.
Jean-Luc Geiser padeció un ictus que le dejó completamente postrado e incapaz de hablar.
Gracias a TOBI, Jean-Luc logró comunicarse redactando correos
electrónicos a través de un cursor informático controlado por sus ondas
encefálicas. «La participación en este proyecto me permitió comprobar
que aún puedo ser útil para la sociedad», declaró en un comunicado leído
por su hermana durante el taller final del proyecto.
«Son muchos los que sufren distintos grados de discapacidad física
que les impiden controlar su cuerpo pero que poseen un nivel cognitivo
suficientemente elevado», declaró el coordinador del proyecto, José del Rocío Millán , profesor de la Escuela Politécnica Federal de Lausana (EPFL, Suiza). «Queremos que estén integrados en la sociedad».
A diferencia de otros experimentos similares en los que participaron
pacientes no discapacitados o que implicaban implantes encefálicos
invasivos, TOBI abrió nuevas vías en este campo mediante el desarrollo
de prototipos no invasivos. Se vale de equipos baratos y comunes y
podría generar resultados notables en un plazo relativamente corto.
APROVECHAR LA CAPACIDAD DEL ENCÉFALO
En TOBI se utilizaron al menos tres tipos de comunicación
cerebro-ordenador que permitieron comunicarse e incluso moverse a
pacientes paralizados.
El primero consistió en el envío de señales encefálicas a un cursor
informático mediante electrodos cosidos a un gorro. Con tan solo pensar
en lo que deseaban escribir, los pacientes lograron controlar a
distancia el cursor para navegar por Internet y redactar correos
electrónicos y otros textos.
El segundo experimento consistió en el uso de señales encefálicas
para controlar un robot dotado de imagen, sonido y sensores para la
detección de obstáculos. Este robot se utilizó para realizar un paseo
virtual por un hospital e incluso comunicarse con seres queridos
situados en otros lugares.
Otros pacientes lograron recuperar cierto control sobre sus
extremidades paralizadas simplemente pensando en moverlas. Esto último
se logró a través de un programa informático diseñado para detectar que
el paciente deseaba realizar una función motora determinada. En ciertos
casos y con la ayuda de un programa intensivo de ejercicio y
rehabilitación, se logró mantener dicho control incluso tras la
eliminación de los componentes electrónicos.
Los responsables científicos del proyecto escucharon en todo momento
la opinión de pacientes para perfeccionar la tecnología; esto es, los
propios usuarios se integraron en el equipo de investigación.
«No es cosa de magia», explicó con humor el profesor del Rocío
Millán. «Atendimos a las valoraciones de todos los pacientes para
corregir errores de diseño e introducir cambios de inmediato. Además
tuvimos en cuenta la opinión de profesionales que harían uso de la
tecnología y que trabajaban con estos pacientes en el hospital». Muchos
pacientes, incluso aquellos que no pasaron de los experimentos
preliminares, obtuvieron gran satisfacción al sentirse parte de algo
importante.
UN RAYO DE ESPERANZA
Los sistemas del proyecto, finalizado el año pasado, siguen en
pruebas y en desarrollo. Parte de los equipos se siguen empleando en
clínicas y hospitales asociados a TOBI .
Varios profesionales sanitarios siguen usando varias de las
interacciones cerebro-ordenador por su cuenta —o con poca ayuda a
distancia de los investigadores responsables del proyecto— y también se
han realizado pruebas en hogares, donde no se encuentran las condiciones
controladas del laboratorio.
«Todo ello demuestra la solidez y las posibilidades que ofrece la
tecnología moderna de interacción cerebro-ordenador (BCI)», concluyó el
profesor del Río Millán. «Confiamos en que nuestra investigación impulse
el desarrollo en este campo y mejore las condiciones de vida de
pacientes discapacitados que poseen una función encefálica sana».
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