El dopaje en el deporte no es un fenómeno nuevo. Ya los atletas de la Grecia antigua tomaban pociones estimulantes para fortalecerse. En el siglo XIX, los ciclistas tomaban regularmente estricnina, cafeína, cocaína y alcohol. El campeón de la maratón de los Juegos Olímpicos de 1904, Thomas Hicks, tomó huevo crudo y recibió inyecciones de estricnina y dosis de brandy en el transcurso de la carrera. A lo largo del siglo XX, el dopaje se convirtió en una práctica cada vez más extendida que, además de vulnerar el juego limpio, tuvo consecuencias trágicas con la muerte de deportistas de primer orden. La Agencia Mundial Antidopaje (AMA) se fundó hace quince años con el cometido de promover, coordinar y supervisar la lucha contra el dopaje en el deporte.
Los métodos y las sustancias dopantes no 
hacen sino ganar en sofistificación, por lo que la AMA se ve obligada a 
realizar un control muy riguroso de todas las innovaciones ya en ciernes
 en el campo de la medicina. En una conferencia impartida en la reciente
 Convención de Innovación de la Comisión Europea, el Dr. Olivier Rabin, 
director científico de la AMA, hizo hincapié en este aspecto. «Una de 
nuestras funciones consiste en prever lo que existirá dentro de cinco o 
diez años. Los medicamentos que ya existen no suelen plantear gran 
problema. Son más interesantes los medicamentos que se encuentran en 
proceso de desarrollo en la industria farmacéutica; pueden suponer las 
curas del mañana, pero algunos también podrían ser los agentes dopantes 
del futuro. Por eso hemos establecido colaboraciones con el sector 
biofarmacéutico, con vistas a facilitar el intercambio de información y,
 de ese modo, recibir información confidencial que nos permita 
desarrollar las pruebas antidopaje del porvenir».
Un método seguido muy de cerca por la AMA desde hace un tiempo, y 
que ha recibido recientemente una cobertura considerable por parte de 
los medios, es el dopaje genético. Este consiste en la transferencia de 
un gen (llamado transgén) a un organismo con el propósito de incrementar
 el rendimiento. La AMA ya previó hace más de un decenio que el dopaje 
genético constituiría una de las amenazas a las que posiblemente tendría
 que hacer frente el deporte.
El Dr. Olivier Rabin señaló que «un ejemplo es la eritropoyetina 
(EPO), utilizada por numerosos deportistas para incrementar su 
producción de glóbulos rojos. Es un fármaco muy eficaz para personas que
 padecen anemia, pero también se está abusando de él en el ámbito 
deportivo. Sabemos que muchos deportistas tienen ante sí la tentación de
 inyectarse un gen de EPO en el organismo que, a la larga, incremente su
 capacidad de transferencia de oxígeno a su musculatura y, en 
consecuencia, potencie su rendimiento. Esta es una cuestión que estamos 
analizando con gran detenimiento».
Hoy por hoy, el dopaje genético se encuentra en una fase 
principalmente experimental y conlleva riesgos elevados. Se han dado 
casos de fallecimiento entre personas que se han sometido a protocolos 
de terapia génica. Según Rabin, una cuestión preocupante es que 
prácticamente cualquier científico del campo de la biología molecular 
podría llevarla a cabo. «Es un riesgo que nos tomamos muy en serio. 
Colaboramos con especialistas de todo el mundo, y a algunos de ellos han
 acudido deportistas o incluso entrenadores dispuestos a tratar a todo 
un equipo con terapia génica, en particular con IGF-1. Conozco 
concretamente a un especialista que, después de impartir una charla, 
recibió un aluvión de mensajes de correo electrónico y llamadas 
telefónicas para averiguar cómo podían obtener acceso equipos enteros a 
su técnica».
La AMA está desarrollando los instrumentos necesarios para detectar 
el dopaje genético y otros métodos dopantes aún por venir, concretamente
 herramientas que faciliten la transferencia de información. 
«Próximamente podrían utilizarse los teléfonos inteligentes como 
dispositivos médicos. Algunos ya pueden emplearse para medir la tensión 
arterial y vigilar la diabetes. Es un recurso que tenemos presente como 
utensilio contra el dopaje. Podría resultar tan sencillo como telefonear
 a un deportista y pedirle que coloque un dedo en un dispositivo 
conectado a su teléfono que nos permitiera extraer información que 
podría resultar extremadamente útil con fines de detección».
Documentos de referencia: Basado en la asistencia a la Convención de Innovación 2014