Un buen estado de salud implica también el aspecto mental, y la base de este se remonta a la infancia y la adolescencia. Los problemas de salud mental desarrollados a edades tempranas suelen acrecentarse con la edad y afectan no sólo al propio individuo sino también a sus familiares y al conjunto de la sociedad. Se dice que la mayoría de los jóvenes de la Unión Europea disfruta de buena salud mental, pero el 20 % de los niños y adolescentes padecen problemas emocionales, de comportamiento o de desarrollo y cerca del 12 % presenta una afección mental con diagnóstico clínico. Y estos son sólo los jóvenes diagnosticados; aparte hay muchos más que se consideran en riesgo.
Casi todos conocemos los factores de riesgo
más comunes asociados a la depresión. Los más evidentes para cualquiera
son los problemas de comportamiento o el abuso de alcohol o drogas. Sin
embargo, un estudio realizado recientemente por investigadores del
Karolinska Institutet, en Suecia, en el marco del proyecto SEYLE
(«Saving and Empowering Young Lives in Europe»), ha sacado a relucir la
necesidad de tener en cuenta también otros factores de riesgo más
sutiles. Según dicho estudio, existe un grupo de riesgo «invisible» que
registra una prevalencia elevada de síntomas de depresión y afecciones
psiquiátricas y que está compuesto por adolescentes que presentan una
combinación de actividad física baja, un uso profuso de medios
audiovisuales y una merma del sueño. Los autores observaron que el 58 %
de los encuestados representaban un grupo de riesgo bajo, el 13 %
suponía un grupo de riesgo alto, mientras que el resto constituía el
grupo denominado invisible. Es muy probable desechar estos signos de
alerta como simples «conductas típicas de los adolescentes», pero se
apreció que este grupo de riesgo «invisible» presenta una prevalencia de
pensamientos suicidas, ansiedad, depresión por debajo del umbral
convencional y depresión propiamente dicha similar a la del grupo de
riesgo elevado, cuyo comportamiento era más extremado y explícito.
Vladimir Carli, primer firmante de este estudio y representante del
«Centro Nacional de Investigación sobre el Suicidio y de Prevención de
las Afecciones Mentales» (NASP) del Karolinska Institutet, declaró que
«casi el 30 %, nada menos, de los adolescentes se agruparon en el grupo
invisible que presentaba un nivel elevado de síntomas psicopatológicos.
El grupo de riesgo elevado es fácilmente identificable por conductas
tales como el abuso de drogas y alcohol, pero probablemente los padres y
docentes no sean tan conscientes del riesgo que pesa también sobre el
grupo "invisible"».
Se trata del primer estudio en calcular entre los adolescentes
europeos la prevalencia general de una gama más amplia de estilos de
vida y comportamientos arriesgados y relacionarlos con síntomas de
afecciones mentales. Sus conclusiones, publicadas en el número de
febrero de 2014 de World Psychiatry, contribuyen a la labor de SEYLE
consistente en promover la salud entre los adolescentes mediante la
prevención de conductas que comportan riesgos y autodestructivas. El
equipo de SEYLE también cumplió su objetivo de desarrollar y aplicar
intervenciones en el campo de la psiquiatría infantil, la antropología y
la suicidología en ocho países y de aportar datos basales sobre casi
nueve mil adolescentes en edad escolar.
Source: Karolinska Institutet
Documentos de referencia: Basado en una nota de prensa de CORDIS Wire remitida por Karolinska Institutet