Tendencias científicas: Un calcetín cargado de ciencia

En esta última entrega de Tendencias científicas de 2016 (este redactor ya se encontrará disfrutando jo-jo-jovialmente de las vacaciones cuando usted lea esto) repasamos tres investigaciones relacionadas con la Navidad que, coincidiendo con esta época de celebraciones, han saltado a los titulares de los medios de comunicación.

No es magia sino física

Una de las preguntas de los niños más temidas por los padres es cómo consigue Papá Noel repartir regalos a todos los niños del mundo en una sola noche. Muchos se escabullen respondiendo «pues con magia», pero esta opción no contentaba a Katy Sheen, doctora en física de la Universidad de Exeter (Reino Unido).

Según su hipótesis, Papá Noel recorre el planeta a tanta velocidad que, de acuerdo con la teoría de la relatividad de Einstein, se encoge hasta tal punto que él y su abultado saco de regalos pueden colarse incluso por las puertas y chimeneas más angostas. Esta es una explicación muy práctica, ya que justifica que los niños, pese a su inquietud y entusiasmo, rara vez consigan verle en carne y hueso.

La Dra. Sheen calculó que Papá Noel tendría que viajar a aproximadamente 9,9 millones de kilómetros por hora para llevar sus regalos a cada niño en tan solo 31 horas (contabilizando los distintos husos horarios del planeta). A tal velocidad, cambiaría de color rojo a color verde y, al final, desaparecería por completo. Su color cambiaría por el efecto Doppler, dado que las ondas lumínicas que rebotasen de su cuerpo resultarían aplastadas por la vertiginosa velocidad.

No obstante, la Dra. Sheen reconoce que la ciencia no es capaz de explicar —al menos no de forma sencilla— un aspecto de este vuelo anual de Papá Noel. «Para volar con tal celeridad se necesita una cantidad apabullante de energía. ¿Cómo consigue alcanzar velocidades tan fenomenales? Pues ahí está la magia. Lo que es seguro es que necesitaría muchísimo combustible».

¿Qué hay de los renos?

Claro que Papá Noel no podría completar su largo viaje anual sin sus nueve fieles renos. Por eso ha causado cierta inquietud un estudio reciente según el cual la población de renos salvajes más grandes del mundo se ha reducido en un 40 %.

Esta investigación, remitida a la Unión Geofísica de los Estados Unidos (AGU), informa de que los renos de la península de Taimyr (en la zona más septentrional de Rusia) se están viendo afectados por la subida de las temperaturas y por las actividades realizadas por los humanos. Su población alcanzó la cifra récord de un 1 millón en 2000, pero este nuevo trabajo advierte de que actualmente se situaría en tan solo 600 000 ejemplares.

«Una de las variables es el cambio climático, sin duda. Sabemos que en los últimos dos decenios se ha producido una subida total de las temperaturas de 1,5 grados aproximadamente. Con toda probabilidad, ello repercute sobre los patrones migratorios», apunta el profesor Andrey Petrov del Centro Ártico de la Universidad del Norte de Iowa (Estados Unidos).

Algunas de las causas de tal declive poblacional sería el avance de la industrialización, el auge de los ríos (en consecuencia, más peligrosos de cruzar) y la creciente carestía de alimentos en época estival.

El profesor Petrov resalta la importancia de dedicar esfuerzos de inmediato a detener ese declive. «Los renos revisten una profunda importancia para la biodiversidad. Son un eslabón de la cadena trófica ártica y, sin ellos, otras especies se verán en dificultades», explica.

Un villancico generado por ordenador

Por último, desde la Universidad de Toronto un equipo de científicos ha anunciado el primer villancico navideño compuesto mediante inteligencia artificial (IA). Para conseguirlo, se introdujeron cien horas de canciones populares en un sistema de IA del tipo de «red neuronal recurrente», un sistema que aprende e interpreta a base de establecer conexiones entre los datos de entrada (de un modo muy similar al funcionamiento del cerebro humano).

Las canciones introducidas en el sistema «enseñaron» a la red neuronal la estructura general de la música popular. Acto seguido, los investigadores pusieron a prueba la capacidad de este sistema para generar una canción sobre el tema mostrado en una imagen (un árbol de Navidad adornado y rodeado de regalos) aplicando cierto proceso denominado «canción a partir de una historia neuronal» (neural story singing).

En primera instancia, los investigadores ordenaron al ordenador que compusiese una historia acerca de tal estampa navideña. Después seleccionaron un tempo (una pulsación por palabra), relacionaron los finales de las oraciones con los finales de los compases de la partitura y lo afinaron de modo que las voces se oyesen en un rango de tonos «naturales». Desde este punto, la red neuronal finalizó la canción sin mayor intervención.

Con la excepción de algunos elementos algo cuestionables de la letra compuesta, ciertamente los «esfuerzos» de la red neuronal dieron como fruto algo que se asemeja a un villancico navideño; contiene referencias a árboles de Navidad, regalos y «montones y montones de flores». La canción para estas fechas tan señaladas se puede escuchar aquí.

Con esta nota alegre, el equipo de CORDIS al completo le desea unas Navidades muy descansadas, un Feliz Año Nuevo y un 2017 lleno de éxitos y, cómo no, también de ciencia.

publicado: 2016-12-23
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