Internet es omnipresente y forma parte indisoluble de la cultura. Ahora
se está ampliando esta conectividad desde donde ya se da por hecha a
donde nunca antes ha llegado, esto es, bajo el agua.
Gracias al proyecto
SUNRISE , financiado por el
Séptimo Programa Marco
de la Unión Europea, se podrá contar con robots subacuáticos que
ejerzan tareas autónomas tras ser programados. Por primera vez podrán
comunicarse entre sí y enviar datos a ordenadores a través de Internet,
con independencia de las condiciones imperantes y los obstáculos que
puedan interponerse a la transmisión de datos.
«Las lagunas en el conocimiento del mundo submarino son enormes.
Sabemos muy poco a pesar de que los ecosistemas marinos son
fundamentales para la salud del planeta y vitales para la economía»,
advierte la Dra. Chiara Petrioli, coordinadora del proyecto. La
identificación de amenazas para gaseoductos y oleoductos, la vigilancia
medioambiental, la protección de emplazamientos arqueológicos y la
investigación de la geología del planeta son algunas de las incontables
tareas que pueden realizarse mediante equipos de robots acuáticos o, tal
y como afirma la Dra. Petrioli: «La lista es tan larga como permita la
imaginación».
Diseñar robots capaces de comunicarse en entornos en constante devenir
Uno de los retos más importantes para el equipo del proyecto estriba
en el cambio constante que experimenta el medio acuático. Los robots se
comunican entre sí mediante señales acústicas al igual que los
mamíferos marinos. No obstante, si bien un delfín es capaz de adaptar la
forma en la que emite sus señales en función de su entorno, a los
robots es necesario reprogramarlos para que posean la misma capacidad.
Los investigadores al cargo tuvieron por tanto que desarrollar máquinas
capaces de responder a un conjunto de variables que cambian con rapidez.
«La salinidad, la temperatura, las interferencias que generan los
barcos que pasan por encima son factores que modifican el alcance de una
comunicación eficaz», explica la Dra. Petrioli. Este entorno
impredecible es uno de los factores en los que la Internet de los
Objetos subacuática se diferencia del uso en tierra del Wi-Fi y de
Internet.
La necesidad de adaptarse con fiabilidad a un entorno en constante
cambio hace necesario contar con varios robots para que, si uno pierde
la comunicación momentáneamente, otro pueda hacerlo por él. Los «bancos»
de robots poseerán más sensores y abarcarán una superficie superior en
la que se comunicarán y cooperarán. Los operadores podrán enviar
mensajes mediante módems que transmitan ondas acústicas. Las ondas se
modularán para enviar información, pero el ancho de banda es limitado y
por tanto la velocidad de transmisión es lenta. Además, las ondas
sonoras sólo se desplazan a mil quinientos metros por segundo, una
velocidad cinco órdenes de magnitud más lenta que la comunicación por
radio en la atmósfera. Asimismo, solo un rango limitado de tonos se
desplaza adecuadamente, pues los tonos altos, por ejemplo, no recorren
tanta distancia.
«Estos obstáculos solo pueden superarse reuniendo a un equipo de
primera línea formado por socios de Italia, Alemania, Portugal, Países
Bajos, Turquía, y Estados Unidos. Se trata del mayor proyecto en este
campo a escala mundial. Estamos situando a Europa a la vanguardia de
este tipo de labor», afirma la Dra. Petrioli. Gracias a la dimensión
internacional del proyecto, sus laboratorios abarcan zonas subacuáticas
tan distintas como el Báltico o el Mediterráneo. «Queremos probar
nuestros prototipos en entornos que planteen retos muy distintos para
poder realizar ensayos exhaustivos.
Los resultados ya están llegando.
Durante el verano de 2014 se realizaron trabajos en Oporto que
pusieron de manifiesto la viabilidad de los propósitos del proyecto,
pues los componentes establecieron comunicación y los robots
respondieron a las instrucciones, resultados que entusiasmaron a los
científicos participantes. Los robots ayudaron incluso a localizar un
contenedor perdido en el puerto de Oporto. «Los científicos muestran más
entusiasmo que nunca ahora que está claro que vamos por el buen
camino», asegura la Dra. Petrioli.
Ahora, con los prototipos ya operativos, se pondrá en marcha la
nueva fase del proyecto, consistente en atraer a socios nuevos dedicados
a distintos ámbitos y con distintos intereses y en establecer centros
frente a las costas de Estados Unidos, en lagos neerlandeses y en la
costa turca del Mar Negro.
Enlace al proyecto en CORDISEnlace a la página web del proyectoEnlaces a archivos de imagen y sonido relacionados:
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