Existen muchas situaciones en las que resulta imposible, complicado o
lento para los humanos realizar diversas tareas. Las zonas contaminadas
tras un accidente nuclear o la necesidad de levantar estructuras como
antenas en las cimas de montañas son ejemplos de tales situaciones en
las que tendría utilidad disponer de los robots voladores.
ROBOTS QUE APRENDEN A PENSAR Y ACTUAR DE MANERA AUTÓNOMA
El proyecto europeo
ARCAS
(Aerial Robotics Cooperative Assembly System) ha diseñado una gama de
robots voladores dotados de brazos manipuladores con varias
articulaciones capaces de colaborar para agarrar, transportar y
depositar piezas de manera segura y eficaz. La autonomía y las
capacidades de estos robots se están desarrollando con el objetivo de
que puedan construir o desmontar estructuras con muy diversos fines,
como misiones de rescate o labores de inspección y mantenimiento en los
sectores energético y espacial.
«Nuestra propuesta es que los robots sean capaces de volar en
cualquier espacio en el que sea imposible o poco práctico que trabajen
robots terrestres o que vuele una aeronave pilotada», explica el
profesor Aníbal Ollero de la Universidad de Sevilla. «Tenemos
helicópteros y sistemas multirrotor (con ocho rotores) para controlar
mejor el sobrevuelo, aumentar la carga útil y portar brazos con mayor
libertad».
Se han probado hasta diez miniprototipos colaborando en un banco de pruebas interior instalado en el
CATEC
, el Centro Avanzado de Tecnologías Aeroespaciales, en Sevilla. Las
pruebas en exteriores y a mayor escala —empleando helicópteros adaptados
y multirrotores más grandes para agarrar barras y transportarlas a
cierta distancia antes de depositarlas de nuevo— se llevaron a cabo en
las instalaciones del
DLR , el Centro alemán de investigación aeroespacial, cercano a Múnich, y la propia
Universidad de Sevilla .
La idea de emplear robots volantes no es nueva en absoluto. Ya
existen múltiples tipos de vehículos voladores no tripulados destinados
a, entre otras funciones, obtener fotografías y datos de sensores, pero
ARCAS realiza una labor pionera al dotar a estos robots con brazos con
los que pueden llevar a cabo tareas de manipulación complicadas de
manera autónoma. Se programan con información sobre su misión y mapas
tridimensionales para orientarlos, cuentan con sensores para adaptarse a
los fallos (como la caída de una pieza) o a cambios en las
circunstancias (como cambios meteorológicos) e incluso se les enseña a
aterrizar con seguridad en caso de emergencia o a volver a la base de
forma automática si pierden contacto con la misma.
«Los robots funcionan muy bien», afirmó el profesor Ollero. «Aún es
necesario mejorar su precisión y capacidad de repetición en distintas
condiciones, pero los resultados son muy alentadores. Hemos demostrado
capacidades de manipulación aérea con brazos dotados de seis y siete
articulaciones y funciones de percepción y planificación, un logro
completamente inédito». Ahora la intención es mejorar la solidez y la
capacidad de reacción de los robots haciendo que trabajen en conjuntos
mayores y aumentando la complejidad de las tareas que ejecutan.
DE LA INSPECCIÓN DE TUBERÍAS A LA BASURA ESPACIAL
ARCAS está abriendo el camino para la aplicación de los robots
voladores tan pronto como lo permitan las leyes nacionales en materia de
seguridad. En un primer momento se destinarán a labores de inspección y
mantenimiento en oleoductos y gaseoductos y en redes de electricidad
que abarcan miles de kilómetros, por ejemplo. A medio plazo, el equipo
confía en que los robots puedan cooperar en la construcción rápida de
estructuras como estaciones de antenas en zonas remotas o plataformas
entre edificios, por ejemplo para rescatar a víctimas de incendios. A
largo plazo, después de 2020, podrán desmantelar satélites, reparar
estaciones espaciales e incluso eliminar basura espacial.
El proyecto ARCAS cuenta con ocho
socios
de cinco países y recibió financiación por valor de 6,15 millones de
euros en virtud del Séptimo Programa Marco de la Comisión Europea. Su
trabajo se inició en 2011 y concluirá en noviembre de 2015.
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