El equipo de investigación mostró que las superficies desordenadas que presentan la mayoría de las angiospermas producen señales ópticas llamativas para las abejas. El truco óptico no siempre es visible para los humanos, pero sí para las abejas, lo que sugiere que su evolución podría responder a la atracción de los polinizadores.
Investigaciones anteriores habían mostrado que muchas especies de abeja prefieren pétalos en el rango del ultravioleta, pero las plantas no siempre son capaces de producir estos tonos en su pigmentación. Muchas flores carecen de la capacidad genética y bioquímica para manipular la química de los pigmentos en el espectro ultravioleta. La estrategia alternativa es por tanto descomponer el espectro de luz para atraer abejas mostrando el color de su preferencia.
Un
artículo publicado recientemente en la revista «Nature» explica que los investigadores recrearon en condiciones artificiales nanoestructuras de halo azul y las utilizaron en superficies de flores artificiales. A continuación comprobaron cómo los abejorros respondían a superficies con y sin el halo. Los experimentos mostraron que las abejas son capaces de identificar superficies con halos más rápidamente con independencia del color de la superficie y el orden en el que se les presenten.
El equipo ofreció a las abejas una solución de azúcar en un tipo de flor y otra solución amarga en el otro. Los investigadores descubrieron que las abejas podrían detectar la recompensa mediante el halo azul. El autor principal del estudio, Edwige Moyroud, del Departamento de Ciencias Vegetales de Cambridge había recibido apoyo para su investigación mediante el proyecto NANOPETALS. Explica que los sistemas visuales de los insectos son diferentes a los de los humanos. Las abejas poseen una actividad fotorreceptora superior en las partes azules y ultravioletas del espectro.
Es más, las abejas eran una tercera parte más rápidas en su desplazamiento entre cuadros con un halo azul que entre cuadros lisos, lo que sugiere que la pista óptica mejoró su eficiencia a la hora de recolectar y equipara su velocidad a la alcanzada en el caso de flores con pigmento azul.
Todas las plantas con flores pertenecen a las angiospermas. Los investigadores analizaron algunas de las plantas que se separaron antes de este grupo y descubrieron que no existían estrías generadoras de halos azules, si bien descubrieron varias muestras de pétalos que producían halos en dos de los grupos principales de flores (monocotiledóneas y eudicotiledóneas) que emergieron durante el Cretácico hace más de cien millones de años, en paralelo con una evolución temprana de los insectos polinizadores y en concreto de las abejas que se alimentan de néctar.
Las especies que el equipo descubrió que producían pétalos con halo eran Oenothera stricta, Ursinia speciosa y Hibiscus trionum. Los investigadores afirmaron que la presencia de estrías diminutas en los pétalos de especies de toda la familia de angiospermas sugiere que estas nanoestructuras evolucionaron de forma independiente.
Los descubrimientos realizados en esta investigación plantean tantas cuestiones como las que resuelven, como por ejemplo de qué modo controlan las plantas la cantidad de desorden en las superficies de sus pétalos. El equipo describe la biología del desarrollo de estas estructuras como un misterio, y por tanto el trabajo abre nuevas vías para la investigación. También ofrece oportunidades para desarrollar superficies de gran visibilidad para los polinizadores.
El proyecto financiado por la Unión Europea NANOPETALS (Molecular mechanisms of petal iridescence: how do structural colours arise in flowers?) concluyó en 2014. El apoyo ofrecido a dos investigadores durante el proyecto se ha plasmado en el trabajo reciente publicado en el artículo.
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