En Turquía se registra un rango de temperaturas amplio, desde días de verano calurosos hasta noches muy frías, lo que plantea unas necesidades singulares de calefacción y refrigeración para su parque inmobiliario. Además, al situarse en una de las zonas de mayor sismicidad del mundo, las medidas a favor de la eficiencia energética deben cumplir requisitos sísmicos.
Turquía prosigue su desarrollo económico, lo que comporta una actividad de construcción cada vez mayor, y ello supone una carga inmensa para los sistemas de suministro energético. El suministro ya se ve afectado por cortes y por la subida del precio de la energía, y por ello una prioridad del sector de la construcción (incluyendo los edificios públicos no dedicados a viviendas) son las tecnologías de renovación orientadas a la eficiencia energética.
La cuestión se complica por la elevada sismicidad del país, lo que requiere una cuidadosa selección de las medidas a favor de la eficiencia energética y procurando cumplir la normativa de construcción a prueba de terremotos. En cualquier proyecto de retroadaptación tiene prioridad que los materiales y sistemas utilizados se ajusten a los requisitos de seguridad.
Valga como ejemplo la labor realizada recientemente en el Hospital Universitario Adnan Menderes, cuya finalidad es que el sistema sea más eficiente y sostenible. Con ese propósito, los artífices del proyecto de demostración BRICKER, financiado con fondos europeos, están instalando una serie de colectores solares parabólicos que siguen al sol y producirán en torno a 1 000kW.
Aunque no está diseñado específicamente para una zona sísmica, esta medida sí cumple la normativa de resistencia sísmica, dado que el campo solar está construido a nivel del suelo y a cierta distancia de cualquier edificación. La intervención incluye un nuevo sistema de trigeneración que produce electricidad, calefacción y refrigeración a la vez, de modo que la energía va más allá.
Cuando entre en servicio, será la primera vez que se utilice una fuente de energía renovable para producir electricidad, calefacción y refrigeración en un sistema de trigeneración. Esto está en consonancia con la ley de eficiencia energética de Turquía, que entró en vigor en 2007 y exige que en todo edificio público se tomen medidas para reducir el consumo energético y se realicen inspecciones de energía cada pocos años. La reforma de esos edificios públicos está regulada por normas de adquisición pública, aplicándose actualmente una limitación de tres años.
El proyecto BRICKER (Total Renovation Strategies for Energy Reduction in Public Building Stock) durará cuatro años y tiene el cometido de crear un sistema rentable y reproducible con el que retroadaptar edificios de propiedad pública no residenciales. Mediante la aplicación de un conjunto de medidas en dos lugares de prueba en condiciones reales, proporcionará orientaciones y estrategias para superar los escollos de índole tecnológica y normativa.
Los edificios se considerarán unidades de consumo energético y, al mismo tiempo, como entes conectados a otros edificios, formando así distritos de gran eficiencia energética diseñados además con conexiones a los distritos vecinos. Esas unidades energéticas podrán prestar servicios energéticos avanzados, tanto eléctricos como térmicos, a otros inmuebles de su distrito. De este modo, las estrategias de construcción podrán reproducirse a escala de distrito, lo que será atractivo para inversores.
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