Desde diversas perspectivas, el papel supone un ejemplo perfecto de la economía circular: es un producto final pero también una materia prima básica para su reciclaje en una nueva gama de productos. Para que el sector del papel siga generando beneficios económicos (algo especialmente importante ante el reciente y acusado encarecimiento de las materias primas), es imprescindible que el reciclaje sea lo más eficiente posible, desde el punto de vista operativo, y pueda dar lugar a productos nuevos e innovadores de mayor valor que antes.
A este respecto, una de las dificultades ha radicado en determinar la eficiencia general del proceso de reciclaje de principio a fin. Las herramientas actuales permiten averiguar, por ejemplo, con qué grado de eficiencia determinada planta de reciclaje está tratando las materias primas en un momento determinado, pero no permiten obtener una visión general del proceso en su totalidad. El proyecto REFFIBRE, financiado con fondos europeos, que celebró su congreso de clausura en septiembre de 2016, ha creado herramientas nuevas justamente con ese propósito.
Introducir mecanismos de eficiencia en el reciclaje tendrá consecuencias positivas notables en el negocio del papel. El cambio de enfoque —en las políticas y en la visión del consumidor— a favor de una economía basada en la biotecnología, alejándose de los combustibles fósiles, ha propiciado un incremento de la demanda de materias primas procedentes de árboles en sectores como el de la energía, lo que a su vez ha encarecido los precios.
El planteamiento que hacen desde el proyecto es que, recabando información sobre el impacto previsible de los nuevos procesos, la introducción de materias primas y las innovaciones en productos, y conjugando toda esta información con datos informáticos clave, las empresas del sector del papel contarán con los medios necesarios para tomar decisiones perfectamente fundamentadas sobre la manera de gestionar sus operaciones de la manera más eficiente posible.
Para empezar, el equipo de REFFIBRE identificó y ensayó varias herramientas de modelización de la producción y de los procesos. Puesto que la selección de las materias primas y su modo de preparación repercuten en las propiedades de la pasta papelera, se han creado herramientas que permiten predecir estos procesos. Así, ahora se pueden calcular parámetros fundamentales como la «edad media de la fibra» (número de veces que cierta fibra se ha utilizado antes de entrar en la fábrica de papel) y el «número medio de usos» (número de veces que cierta fibra se utilizará tras salir de la fábrica).
Las entidades asociadas a REFFIBRE también han trabajado en herramientas que ayuden a los fabricantes a tomar en plena consideración cuestiones como las consecuencias sobre el consumo energético fuera de la fábrica de papel, o también qué sucede si se introduce en el proceso material de reciclaje de menor calidad. En la etapa siguiente, estas herramientas se ensayaron en condiciones reales de tratamiento y los resultados de cada estudio de caso se reunieron en una guía práctica pensada para cargos directivos de esta industria. También se espera que estos resultados sirvan como referencia para desarrollar en mayor medida las normas aplicadas en este sector.
Introducir mecanismos de eficiencia supone una vía para que la industria papelera pueda sobrellevar el encarecimiento de las materias primas y, a la vez, reduzca sus perjuicios para el medio ambiente. Se plantea así una importante oportunidad comercial: en Europa, la fibra de papel se recicla de media nada menos que 3,5 veces al año, siendo esta cifra de solo 2,4 veces a nivel mundial. En el año 2012, la tasa de reciclaje se situó en el 71,7 % en Europa. De todo ello se deduce que ya se disponía de las infraestructuras necesarias para el reciclaje de papel, y ahora, gracias en parte al proyecto REFFIBRE, también se dispone de la tecnología necesaria.
Para más información, consulte:
Página web del proyecto REFFIBRE