Tendencias científicas: La diferencia en la percepción del tiempo entre monolingües y bilingües

Un nuevo estudio ha mostrado que los bilingües piensan en el tiempo de formas distintas en función del contexto del idioma en el que calculan la duración de un acontecimiento.

El tiempo, en la época moderna (y por lo general en Occidente), todo el mundo se queja de su falta y de las prisas por cumplir con todos y cada uno de los continuos compromisos que se adquieren tanto en el ámbito personal como en el profesional.

Además, no existe una idea común del tiempo. En Occidente se percibe el futuro prolongándose frente a uno. En Madagascar fluye hacia la nuca desde atrás. Y pocos son los que dudan de la importancia de empezar con bebidas una cena con invitados de distintas culturas mientras se espera a que todo el mundo llegue. En Europa, la percepción del tiempo y la relación con este depende de la zona del continente.

Un estudio publicado recientemente en «Journal of Experimental Psychology» añadió un matiz adicional al ya complicado debate sobre la existencia humana y su percepción del tiempo. Realizado por las universidades de Lancaster y Estocolmo, el estudio mostró que los bilingües poseen una idea bastante distinta del tiempo en comparación con los monolingües.

Los lingüistas Panos Athanasopoulos y Emanuel Bylund explicaron que los bilingües suelen cambiar de idioma tanto de forma consciente como inconsciente. También que cada idioma hace referencia al tiempo de una forma distinta. Por ejemplo, los hablantes de inglés y sueco se refieren al mismo en términos de distancias físicas (un descanso corto) mientras que los hablantes de español y griego lo suelen hacer en términos de cantidades y volúmenes (un descanso pequeño). También, muchos idiomas expresan el tiempo de dos formas específicas, una basada en duraciones («temps» en francés, «tempo» en italiano y «tijd» en neerlandés) pero también con un sentido de repetición y cantidad («fois» en francés, «volta» en italiano y «keer» en neerlandés).

Los investigadores pidieron a hablantes nativos de sueco que también hablaban español, que calcularan cuánto tiempo había pasado mientras veían una línea crecer en una pantalla o bien un contenedor llenarse. Cuando preguntaron usando la palabra «duración» en español, los participantes ajustaron sus cálculos en función del volumen del contenedor pero no de la longitud de la línea en la pantalla, mientras que cuando se utilizó la palabra «tid» («tiempo» en sueco), los cálculos se ajustaron a la longitud de la línea y no a lo llenos que estaban los contenedores. En esencia, a pesar de las prisas por llegar al trabajo o en las pausas rápidas para almorzar, nuestra percepción sobre el tiempo está condicionada en cierto modo por nuestra cultura e imaginación.

«El idioma puede modificar nuestra percepción y hacernos experimentar el tiempo de una forma muy relacionada con el mismo», comentó el profesor Athanasopoulos. «Que los bilingües pasen de una a otra forma de calcular el tiempo sin esfuerzo y sin pensarlo conscientemente se suma a la cada vez mayor cantidad de datos que demuestra la facilidad con la que el idioma puede inmiscuirse en los sentidos más básicos, como nuestras emociones, la percepción visual y, como ahora se ha mostrado, nuestra percepción del tiempo».

El estudio es uno más de los muchos que respaldan las enormes ventajas neurológicas y psicológicas del bilingüismo. «Básicamente te hace ser consciente de que existen distintos puntos de vista y aumenta la flexibilidad a la hora de hacerlos tuyos», indicó Athanasopoulos. Un segundo idioma forja más rutas (o conexiones) neuronales en el encéfalo, y podría contribuir a mantener a raya afecciones neuronales como la demencia y aumentar la aptitud para dividir la atención y aprender nuevas capacidades.

publicado: 2017-05-12
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