Tendencias científicas: Hallado un esqueleto humano en el naufragio de Anticitera
El 31 de agosto se descubrieron huesos humanos en el conocido naufragio de Anticitera, lo que ha dado a la ciencia la oportunidad de analizar por primera vez el ADN de una víctima de un naufragio del siglo I a. de C.
Hace dos mil años, un barco mercante que transportaba artículos de lujo procedentes del Mediterráneo oriental realizó lo que debía ser una travesía bastante común entre Asia Menor y Roma. Pero el buque nunca llegó a su destino, ya que colisionó con unas rocas en las proximidades de la isla griega de Anticitera, a raíz de lo cual todo su cargamento acabó desparramado por el fondo marino y, probablemente, murió toda su tripulación. El buque quedó sepultado bajo sedimentos, en el fondo marino, hasta que fue descubierto de forma fortuita en el año 1900.
Ese mismo año comenzaron las operaciones de rescate, que sacaron a la superficie fabulosas estatuas de bronce y mármol, alfarería y vidrio ornamentados, joyas de oro y el mecanismo de Anticitera, un dispositivo empleado para calcular las posiciones de los astros en el firmamento. Todos estos elementos son admirados y considerados entre las reliquias más espectaculares originarias de la Época Clásica.
Ahora, con el descubrimiento a finales de agosto de 2016 de un esqueleto humano sepultado bajo medio metro de arena y fragmentos de alfarería, la ciencia dispone de una oportunidad excepcional de estudiar el ADN de una víctima de un naufragio antiguo. En caso de que los huesos contengan ADN íntegro, ofrecerán información muy útil sobre los ocupantes del malogrado buque. Se cree que el esqueleto pudo pertenecer a un hombre de unos veinte años, quizás menos.
El hallazgo de Pamphilos
Según comentó Brendan Foley, especialista en arqueología subacuática de la entidad estadounidense Woods Hole Oceanographic Institution, quien explora el naufragio con colegas de la agencia griega de arqueología marina (Greek Ephorate of Underwater Antiquities): «Es el descubrimiento científico más apasionante de los que hemos realizado en este yacimiento. Creemos que quedó atrapado en el interior del barco cuando se hundió, y que quedó sepultado muy rápido; de lo contrario, los huesos ya se habrían esfumado».
El esqueleto, bautizado como Pamphilos (o Pánfilo), se encontró hecho un revoltijo; los huesos de los brazos encima de los de las piernas, y el cráneo, los dientes y fragmentos de costillas, a poca distancia. Hay más huesos enterrados en la capa de sedimento, pero si se intentase excavar en ella se podría provocar un corrimiento de la tierra del fondo marino. Los huesos presentan un color rojizo oscuro tirando a marrón, lo que podría deberse a la antigüedad o bien a la absorción de hierro desprendido por los artefactos del entorno. Los dientes apenas están desgastados, mientras que los huesos craneales no están del todo fundidos, por lo que se le atribuye una edad nunca superior a los veinticinco años. Algunos huesos se desintegraron al manipularlos, pero otros se pudieron conservar intactos, como los de las extremidades inferiores.
Los secretos escondidos en el ADN
Después del hallazgo, Foley invitó a Hannes Schroeder, experto en análisis de ADN antiguo del Museo de Historia Natural de Dinamarca, en Copenhague, a evaluar si era posible extraer material genético de Pamphilos. Una vez reciba la aprobación definitiva de las autoridades griegas, Schroeder procederá a tratar de extraer ADN. Calcula que necesitará una semana para determinar si los huesos lo contienen.
Por fortuna, entre los restos está el hueso pétreo, que es la parte dura del cráneo que está detrás de la oreja. Es un hueso denso impermeable al agua y los microbios, por lo que ofrece a Schroeder las mayores probabilidades de encontrar ADN íntegro. En caso de hallar ADN, resultaría sencillo confirmar el sexo del individuo. Schroeder también se valdría de mapas geográficos de la variación genética para tratar de determinar la ascendencia de Pamphilos y su origen exacto dentro del mundo antiguo: el Levante mediterráneo, la zona continental de Grecia, el norte de África o incluso la región del mar Negro. Se podría incluso determinar cuál era su aspecto, ya que el ADN tendría inscrito su color de pelo, ojos y piel.
«Si [el esqueleto] ha estado bajo una capa suficiente de limo, hay posibilidades —apuntó Schroeder—. En los últimos cinco años se han logrado avances impresionantes en cuanto a los resultados que se obtienen con ADN antiguo. Sabiendo el sexo y la ascendencia se puede determinar la cuarta parte de la variación facial total. Otro factor importante es la edad». Si obtiene el permiso oficial, Schroeder confía en que Pamphilos le brinde la oportunidad de ampliar los límites de los estudios con ADN antiguo. Hasta ahora la mayoría de ellos se ha efectuado con muestras procedentes de climas más fríos, por ejemplo del norte de Europa. «Llevo tiempo tratando de promover el análisis de ADN antiguo en entornos donde la gente no suele buscar ADN», añadió.
Pero todo depende de si Pamphilos aún conserva ADN intacto. «Nos adentramos en aguas desconocidas; hasta ahora nunca he trabajado con restos sumergidos como estos —admitió Schroeder—. No sabremos si funciona hasta que lo intentemos, pero sin duda merece la pena intentarlo.
publicado: 2016-10-05