Tendencias científicas: Los Juegos Olímpicos muestran al mundo la técnica de las ventosas
Tras el comienzo de los Juegos Olímpicos de verano de 2016 en Río de Janeiro, el uso de la antigua técnica de las ventosas por parte de varios deportistas para, supuestamente, mejorar el tiempo de recuperación y conseguir un mayor rendimiento, ha sido uno de los temas más comentados de este evento hasta la fecha. No obstante, los científicos se muestran divididos con respecto a si esta técnica ofrece beneficios físicos reales más allá de un efecto placebo.
Cuando Michael Phelps, el deportista olímpico más laureado de la historia, hizo acto de presencia en la piscina el domingo 7 de agosto, el segundo día de los Juegos Olímpicos de verano de 2016, para competir en la prueba de relevos 400x100, los comentaristas de los medios de comunicación de todo el mundo enseguida se fijaron en los moratones redondos que cubrían su hombro derecho, resultado de un tratamiento con ventosas. No es el único deportista que se ha hecho incondicional de esta técnica. Algunos otros miembros destacados del equipo estadounidense también han salido a competir con marcas redondas en el cuerpo, como su compañera la nadadora Natalie Coughlin y el gimnasta Alex Naddour.
Las ventosas constituyen una terapia alternativa originaria de China que lleva practicándose miles de años. Aún se realiza de forma generalizada en toda Asia y en Oriente Próximo. Según la agencia Associated Press, es tan popular que en la provincia china de Yunnan la llevan a cabo vendedores ambulantes. Sus partidarios afirman que las ventosas pueden aliviar el dolor, los problemas de espalda y otros males físicos.
Se lleva a cabo con instrumentos muy sencillos, unas ventosas de plástico o de vidrio y una bomba de vacío. Además, se trata de un proceso sumamente sencillo: las ventosas se colocan encima de los músculos y después, por medio de la bomba, se crea un área de presión de vacío que atrae la sangre hacia la superficie, rompe los capilares y forma ese característico cardenal morado perfectamente circular en la piel. No siempre es necesario generar el vacío de forma mecánica; tradicionalmente, se colocaba un trozo de algodón ardiendo dentro de una ventosa de vidrio para crear vacío en el interior por efecto del enfriamiento del aire caliente.
Sin embargo, aunque algunos de los mejores deportistas del mundo actualmente son fieles adeptos de esta técnica, existen pocas investigaciones que avalen los supuestos beneficios de las ventosas. En un estudio de 2012 publicado en la revista «PLOS One» se examinaron 135 ensayos sobre terapia de ventosas realizados entre 1992 y 2010, y se constató que las ventosas tenían efectos potenciales en el tratamiento del herpes zóster (también conocido en algunos países como «culebrilla»), acné, parálisis facial y espondilosis cervical (una degradación de los discos de la columna a la altura del cuello que aparece con la edad). Ciertamente, no se trata de cuadros clínicos que pongan en riesgo el rendimiento de los deportistas de élite y el artículo concluye que «está justificada la realización de nuevos ensayos diseñados de forma rigurosa acerca de su uso dirigido al tratamiento de otro tipo de afecciones».
No obstante, algo en lo que coinciden los científicos es que, si bien no pueden demostrar que las ventosas ofrezcan beneficios físicos reales, la técnica no parece ser perjudicial en ningún sentido. Esta conclusión resulta especialmente importante teniendo en cuenta que los deportistas tienden a ser personas supersticiosas. Cuando encuentran una técnica o una terapia alternativa que creen que les ayuda a curarse o a rendir más, no se suelen desprender de ella. Esto nos lleva a pensar que este tipo de terapias son útiles aunque no tengan beneficios físicos reales, porque producen un efecto placebo.
El efecto placebo es importante debido a que los deportistas pueden comenzar a creer que al interrumpir la actividad o la terapia que piensan que les resulta beneficiosa van a sufrir una merma en su rendimiento o un repunte de su dolor físico. De hecho, en algunos estudios se ha sugerido que ahondar en estas supersticiones puede contribuir a tranquilizar los ánimos de los deportistas y ayudarles a mantener la confianza en sus habilidades. Un estudio realizado en 2006 por el «Journal of Applied Social Psychology» reveló que la intensidad de los rituales aumenta ante acontecimientos deportivos especialmente importantes y cumple una especie de función de «placebo psicológico».
Así pues, la terapia de las ventosas podría no ser más que otra tendencia en cuestión de salud para la que no existen suficientes indicios que demuestren una verdadera eficacia a la hora de aliviar el dolor y las molestias, pero al mismo tiempo, tampoco existen suficientes datos que puedan desmentir a ciencia cierta su eficacia. En cualquier caso, si no es perjudicial y ofrece a los deportistas olímpicos el impulso psicológico que necesitan para ir a por el oro, tampoco debería importar demasiado cuáles sean sus efectos.
publicado: 2016-08-23