El sesgo informativo o de publicación refleja una tendencia, por parte de los investigadores, a presentar artículos con hallazgos impactantes y positivos y, por parte de las revistas, a publicar tales artículos. Como resultado, las decisiones médicas se apoyan en una base empírica parcial.
Conscientes de esta problemática, los responsables del proyecto «Overcome failure to publish negative findings» (
OPEN),
financiado con fondos europeos, se propusieron desarrollar
recomendaciones basadas en pruebas para reducir el sesgo en los procesos
divulgativos.
La primera fase del proyecto consistió en realizar una revisión sistemática de fuentes bibliográficas para identificar casos de sesgo Esta fase incluyó una revisión de la bibliografía para aclarar la terminología empleada para describir diversos aspectos del sesgo informativo.
Durante la segunda fase, los investigadores enviaron encuestas a varios grupos importantes de agentes implicados para evaluar su nivel de concienciación con respecto a este problema y averiguar las medidas adoptadas para abordarlo. El equipo encuestó a agencias de financiación, representantes de la industria farmacéutica, comités éticos de investigación, institutos de investigación, investigadores, registros de ensayos clínicos, publicaciones científicas y órganos reguladores.
De los resultados se desprende que muchas de estas entidades disponen de políticas para evitar el sesgo informativo, aunque a la mayoría les resulta difícil ponerlas en práctica. Así, el 68 % de las agencias de financiación afirmaron disponer de una política, pero menos de la mitad realizan un seguimiento activo de los beneficiarios de las ayudas. Los editores de revistas pusieron de manifiesto su reticencia a exigir el registro de los ensayos y su preferencia por publicar ensayos positivos. Pese a ello, la encuesta también se hace eco de los esfuerzos en este sentido de la Agencia Europea de Medicamentos (EMA), que ha puesto en marcha una página web para fomentar la transparencia.
Tras recopilar los resultados de la encuesta, el equipo de OPEN organizó un seminario para proponer recomendaciones. De las setenta recomendaciones presentadas por el equipo del proyecto, se aprobaron cuarenta y siete dirigidas a colectivos específicos y cuatro de carácter general. Todas las recomendaciones tienen por objeto reforzar políticas, facilitar su aplicación y fomentar la transparencia.
Estos hallazgos se han divulgado a través de la página web de OPEN, de publicaciones en revistas y de presentaciones en simposios científicos. Se espera que la labor de sensibilización llevada a cabo por el equipo facilite cambios en las prácticas y una reducción del sesgo informativo.
Este resultado mejorará la información sobre los ensayos clínicos y evitará un excesivo triunfalismo con respecto a la eficacia de los fármacos. En consecuencia, resultará más fácil discernir qué fármacos son efectivos y cuáles no, así como detectar aquellos tratamientos que podrían resultar contraproducentes. Entre los principales beneficiarios de una base empírica más exhaustiva y objetiva se encuentran, sin duda, los propios pacientes.