La agricultura no es una labor en absoluto sencilla y saber equilibrar las sustancias químicas que precisan los cultivos para prosperar sin perjudicar el medio ambiente resulta especialmente complicado. Por otro lado, la alimentación también supone un escollo a escala mundial. Para 2050 el mundo deberá alimentar a 9 000 millones de personas según indican en el
Foro Económico Mundial. Esto supone un aumento de entre el 50 y el 100 %. Los temas a abordar y que precisan solución son, entre otros la desigualdad entre los sexos, el envejecimiento poblacional, el desarrollo de capacidades y el calentamiento global. En lo tocante al nivel inferior, las explotaciones agrícolas han de aumentar su productividad.
El proyecto financiado con fondos europeos IOF 2020 (Internet of Food and Farm 2020) trabaja en pos de la agricultura de precisión con un proyecto piloto que la acerca un paso más a la realidad. El trigo cosechado de un campo en Boigneville, a cien kilómetros al sur de París (Francia) en agosto de este año creció gracias a los datos que suministraron distintos sensores. El nitrógeno es especialmente complicado de controlar en la agricultura. El exceso de este nutriente pasa del suelo a ríos y lagos y la escorrentía lo deposita en masas de agua que pueden llegar a sufrir eutrofización, una proliferación de algas que consumen oxígeno con la consiguiente repercusión en las poblaciones de peces y en la biodiversidad. Las imágenes satelitales son capaces de distinguir el nitrógeno de los cultivos, pero no así de los suelos, labor para la que están mejor indicados los sensores.
El proyecto piloto desarrollado en la parcela de trigo del IOF 2020 combina información generada a nivel del suelo con satelital para informar a los agricultores cuánto nitrógeno o agua necesitan sus campos. Florence Leprince, botánico de Arvalis - Institut du végétal, el instituto agrario francés que gestiona el experimento explicó lo siguiente: «El precio de los sensores es cada vez más barato, y confiamos que al final del proyecto logremos un producto que puedan instalar agricultores y cooperativas en sus campos».
IOF 2020 cuenta con un presupuesto de 35 millones de euros y se propone impulsar la adopción generalizada de redes y máquinas inteligentes en el sector agroalimentario europeo. El proyecto se conforma a partir de diecinueve casos de uso en distintas regiones europeoas organizados en cinco ensayos que abarcan varios subsectores como la fruta, las hortalizas, la carne y las explotaciones agrarias. En él participan más de setenta socios que reúnen a unos doscientos investigadores.
El éxito del piloto muestra la importancia de controlar los datos de distintos tipos de sensores (humedad del suelo, materia orgánica en el suelo, clima, etc.). La información puede aprovecharse para predecir la producción, definir zonas de gestión y preparar mapas de tareas para las máquinas (aplicación variable de herbicidas, agua y fertilizantes). El trabajo del proyecto sobre explotaciones agrarias abarca cuatro ámbitos, a saber, gestión de zonas en los campos, gestión de la proteína de la soja gestión de cultivos de precisión y compatibilidad entre maquinaria agrícola.
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