Los fondos marinos constituyen un medio fundamental para el ciclo de vida de muchos animales. Estos basan su alimentación en materia orgánica, y la fauna de los fondos recicla los residuos generados para devolverlos al ecosistema en forma de biomasa. El resto se entierra en el fondo marino.
Un estudio publicado recientemente en la revista «Science Advances» por un equipo de investigadores del proyecto HYPOX afirma que, cuando las concentraciones de oxígeno son bajas en el fondo marino, se remineraliza menos cantidad de materia orgánica y más se entierra en el fondo, provocando un efecto más rápido y duradero (de decenios) de lo que se pensaba hasta ahora. En la revista se cita a Gerhard Jessen del Instituto Max Planck de Microbiología Marina (Alemania), que resume el proceso de la siguiente manera: «La cantidad de materia orgánica que acaba en el fondo del mar aumenta un cincuenta por ciento cuando este entorno tiene periódicamente una concentración baja de oxígeno».
El laboratorio del mar Negro
El equipo de HYPOX se desplazó hasta las aguas del mar Negro, la mayor masa de agua anóxica (sin oxígeno disuelto) natural del mundo, para contar con unas condiciones de laboratorio casi perfectas en un entorno natural. El mar Negro muestra una estratificación estable en un gradiente natural de concentraciones de oxígeno en las zonas bajas de la columna de agua, gradiente que va desde las aguas superficiales —bien oxigenadas—, pasando por condiciones de oxigenación variables, hasta las aguas profundas anóxicas a profundidades por debajo de ciento sesenta metros.
En el estudio se analizaron impactos concretos de las condiciones de hipoxia. Por ejemplo, la falta de oxígeno influye en la fauna marina de los fondos, de la cual se alimentan animales más grandes como gusanos y mejillones. Estos animales a su vez proporcionan nutrientes a las criaturas más pequeñas del fondo marino. Durante los periodos de carencia de oxígeno, los animales más grandes suelen desaparecer, y de la remineralización de la materia orgánica que cae al fondo se encargan bacterias habitantes de los sedimentos, una labor que requiere mucho tiempo. En consecuencia, se extrae más materia orgánica del sistema de nutrientes que queda atrapada en el suelo oceánico. Esta situación ejerce un efecto en cadena consistente en el aumento de microorganismos anaerobios que no solo no aportan oxígeno, sino que producen toxinas que ralentizan aún más la descomposición de la materia y acentúan la situación.
Detección de indicios a tiempo
Dada la influencia humana continua en los ciclos de nutrientes y en su impacto climático, la incidencia de zonas oceánicas hipóxicas no hace sino aumentar en todo el planeta, y por tanto es necesario conocer los procesos biogeoquímicos pertinentes. Science Advances cita a una autora sénior del estudio Antje Boetius: «El mar Negro guarda muchos secretos y nos puede desvelar los efectos de las condiciones de fluctuación e hipoxia en el ecosistema oceánico y los grandes cambios que conlleva para los servicios que ofrece a la humanidad. Las investigaciones como esta son fundamentales en vista del cambio climático global para detectar a tiempo indicios de alerta en el océano».
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