Ayudas económicas a las energías limpias

Un proyecto financiado por la Unión Europea se propuso adaptar al contexto europeo un sistema estadounidense de financiación de tecnologías limpias basado en rebajas fiscales. El equipo sostiene que este programa, que se aplicó con excelentes resultados en California, es más eficaz que los sistemas basados en ayudas.

Los hogares y las empresas podrían contribuir de forma notable a la reducción del consumo energético, pero para ello es necesario instalar tecnologías muy costosas. La iniciativa «Property Assessed Clean Energy» (PACE) de evaluación de energías limpias en inmuebles surgió en Estados Unidos y consiste en proporcionar financiación respaldada por el Gobierno para implantar dichas tecnologías, de manera que los propietarios pueden recuperar su inversión inicial mediante rebajas fiscales en la vivienda.

Los artífices del proyecto PACE (Property assessed clean energy), financiado con fondos de la UE, se pusieron manos a la obra para crear una política similar para los hogares europeos. El consorcio pretendía averiguar cuáles eran las actitudes que subyacían a las elecciones de los consumidores en relación con las tecnologías limpias, así como evaluar la eficacia de un modelo PACE europeo orientado a la inversión en energía solar.

En la primera fase se examinó la escasa inversión de los hogares en tecnologías limpias, utilizando para ello datos estadísticos de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE). Los resultados apuntan a que la disposición a invertir depende del régimen de propiedad, la renta, el contexto social y las actitudes hacia la ecología. Los propietarios con altos ingresos y las personas concienciadas en la materia son más susceptibles de invertir que aquellos con rentas bajas o que viven de alquiler.

El estudio reveló la necesidad de confeccionar políticas orientadas a eliminar obstáculos específicos para distintos perfiles de consumidores. Así, facilitar el acceso al crédito de las rentas bajas promovería la inversión entre los pertenecientes a dicho colectivo. Las ayudas directas también reducen el coste de las inversiones energéticas.

Los investigadores sugirieron que la política más adecuada para Europa pasa por subvencionar las tecnologías de bajas emisiones, más que por ofrecer ventajas fiscales. Por otra parte, proporcionar información adecuada a los consumidores mediante estrategias como la clasificación energética de los productos o el etiquetado energético, reducen la incertidumbre y facilitan la evaluación.

La segunda fase del proyecto se dedicó al análisis estadístico de la eficacia de PACE. Se comparó la situación en el único lugar en el que se ha aplicado PACE —el condado de Sonoma, en California—, con la de otras zonas adyacentes que no se han beneficiado de dicho programa. El equipo pudo constatar que en el territorio de aplicación de PACE existían más del doble de instalaciones solares fotovoltaicas que en otras regiones aledañas.

Los investigadores procedieron a examinar la viabilidad de PACE en el contexto europeo. Según sus hallazgos, las diferencias con respecto a Estados Unidos en lo que respecta al tipo de edificación y al mercado hipotecario, unidas a los elevados costes de transacción, podrían dificultar la concesión de créditos a viviendas individuales. Además, en Europa ya existen numerosos programas de ayudas muy cuantiosas, y aumentándolos solo se conseguiría esquilmar los fondos públicos. Por consiguiente, el equipo concluyó que PACE es una opción más atractiva que los programas de ayudas y puede contribuir a un crecimiento económico sostenido a largo plazo.

Este proyecto puso de manifiesto que PACE puede adaptarse al contexto europeo y que ayudaría a implantar las tecnologías limpias en los hogares.

publicado: 2016-06-07
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