Pistas desde el Atlántico Norte sobre el cambio climático
La distribución del hielo marino y la temperatura superficial del mar (TSM) en el Atlántico Norte han afectado al clima y la meteorología de Europa al determinar los regímenes de precipitaciones y de vientos y también los cambios en la temperatura. Conocer estos factores y su devenir durante los próximos años es vital para la sociedad y la economía, que necesitan datos precisos con fines de planificación y toma de decisiones.
Debido a su importancia en el clima de Europa, se está investigando la variabilidad de la TSM y de la banquisa en el Atlántico Norte y el Ártico en el marco del proyecto financiado por la UE NACLIM. Los investigadores participantes analizarán los experimentos de predicción actuales y evaluarán la calidad de las predicciones de la TSM y de la distribución del hielo marino, así como el clima relacionado.
Igualmente, los socios del proyecto realizarán observaciones a largo plazo de los parámetros oceánicos pertinentes a fin de determinar la veracidad de las predicciones arrojadas por los modelos. Determinarán qué observaciones son claves para garantizar la calidad de las predicciones y mejorarán el sistema de observación vigente en la actualidad. Además, los investigadores medirán el efecto del cambio climático en Europa y el Atlántico Norte sobre los ecosistemas oceánicos y los centros urbanos.
Los investigadores descubrieron que el debilitamiento de las corrientes oceánicas circulares en el giro subpolar a finales de la década de 1990 podría haberse predicho en función del estado del océano. También se descubrió que una reducción en la concentración de hielo marino en otoño en la región entre el Mar de Barents y el Mar de Kara puede ser indicativa de inviernos fríos en el noroeste de Europa.
Por otra parte, el consorcio también determinó que, para mediados del siglo XXI, el Ártico estará despejado de hielo en otoño. Esta circunstancia calentará significativamente (hasta diez grados centígrados) la atmósfera suprayacente y áreas extensas en latitudes altas de los continentes durante el otoño y a principios del invierno.
Los estudios de ecosistemas revelaron un fuerte vínculo entre la distribución de atún rojo en el Atlántico Norte y la temperatura del agua. Dado que la temperatura del agua en el Atlántico Norte subpolar parece ser predecible, también puede serlo la distribución de esta valiosa especie en peligro de extinción.
El consorcio estudió los modelos de predicción del cambio climático para investigar los impactos sobre el entorno urbano. Las predicciones resultantes, de alta precisión, se complementaron con datos socioeconómicos relativos a tres ciudades europeas para obtener mapas de riesgo térmico. Mostraron que, al parecer, las ciudades registran el doble o el triple de días con ola de calor en comparación con las zonas rurales. Este fue un hallazgo importante, ya que los planes de acción sanitaria frente al calor en la mayoría de los países se aplican sobre la base de las predicciones de temperatura en las zonas rurales.
publicado: 2015-05-07