Investigadores de la Unión Europea examinaron depósitos de polvo de origen mineral en el Monte Elbrus, en el sur de Rusia, para averiguar sus propiedades, su origen y las condiciones que rigen su transporte y asentamiento. Su intención era conocer con mayor precisión cómo se transportan a la atmósfera los aerosoles minerales y cómo afecta este fenómeno al cambio climático.
El calentamiento del clima está haciendo que mengüen los glaciares del
planeta, formaciones a las que también afecta la presencia de polvo de
origen mineral, puesto que éste los oscurece y acelera su fusión. El
origen de dicho polvo puede ser próximo pero también puede hallarse a
varios miles de kilómetros de distancia, desde donde ha sido
transportado a la atmósfera y, posteriormente, se ha depositado en zonas
glaciares y cubiertas de nieve.
Ese polvo, que puede provenir de desiertos, puede también trastocar
los ciclos geoquímicos propios de los parajes situados a gran altitud.
El motivo estriba en los minerales que contiene, que equivalen a un
suministro de óxidos de hierros y otros nutrientes hasta arroyos, ríos y
lagos cuya agua proviene del deshielo de nieve y glaciares.
En el marco del proyecto «Dust impacts on glaciated environments» (
DIOGENES)
se investigaron las amenazas que suponen la reducción de los glaciares y
los efectos del polvo en el sistema climático. Se realizó trabajo de
campo en la cima mayor de Europa, el Monte Elbrus, en la zona occidental
del Cáucaso. Se eleva 5 642 metros sobre el nivel del mar y, por su
proximidad relativa al Sahara y a Oriente Próximo, recibe un aporte
copioso de polvo.
Los testigos de hielo y los de nieve compactada representan archivos
ideales que ofrecen información sobre el proceso de deposición de polvo
del desierto. En consecuencia, del Elbrus se extrajeron dos testigos
que se sometieron a análisis para detectar la presencia de polvo de
origen mineral, su composición química y la distribución de los tamaños
de las partículas existentes.
Además se fecharon los testigos para determinar cuándo se depositó
el polvo y se registró su localización. Ello fue posible gracias a una
técnica nueva fruto del propio proyecto DIOGENES que se fundamenta en
datos meteorológicos e imaginología vía satélite. Así se descubrió que
la deposición de polvo de origen desértico alcanza su punto álgido en
los meses de marzo y junio. Es en mayo y junio cuando empieza a fundirse
la nieve en el Cáucaso, y en consecuencia dicho punto álgido ocasiona
un impacto máximo en la fusión de los glaciares.
Los métodos desarrollados en DIOGENES son aplicables a otras
regiones europeas a gran altitud con mantos de nieve extensos. Además,
los datos recabados sobre la reflectancia del polvo servirán para
perfeccionar los modelos hidrológicos y sobre los glaciares. Por último,
cabe destacar la consecuente mejora, muy notable, de los conocimientos
sobre el efecto del polvo de origen desértico en los procesos
geoquímicos de las regiones situadas a gran altitud.